viernes, 23 de abril de 2010

El otro día le contaba a alguien que iba a empezar un atelier de pintura y que estaba emocionada, pero a la vez... un poco asustada también, porque de dibujo no entiendo nada.

- Yo nunca podría hacer eso, me dijo.
- No se trata de que seas pintor, si no de que conoscas y aprendas algo diferente a lo que haces siempre para tener herramientas.
- No, yo creo que nunca podría hacer eso.
- No se, yo creo que hay que tratar nada más.

No quise dar más razones o seguir hablando porque a mi las imágenes y pensamientos me golpean cuando alguna frase me recuerda algo, me atonto un poco de tanta información que regresa y se acopla a los sucesos posteriores relacionados... se me lentea el servidor... las palabras dejan de salirme y aunque las imagenes en mi cabeza son coherentes, consistentes y bien hiladas, son tantas que me cuesta explicarlas en palabras en el momento y si no puedo expresarlas correctamente no sirven para nada... cree mi cabeza así.

Digo que las imágenes me golpean porque yo nunca lo había recordado de esa manera, es más, creo que nunca lo conocí de esa manera, sentí como si estuviera hablando con una persona distinta. Yo lo recordaba como alguien dispuesto a hacer cosas distintas a las acostumbradas. Me pareció tan raro que dijera eso, sobre todo tomando en cuenta que el mismo alguna vez me había dicho que quería empezar a hacer algo que nunca había hecho sólo porque quería aprender, hasta recuerdo el lugar y la conversación:

- Este año voy a aprender a cantar, me he puesto como propósito aprender a cantar ¿Tu crees que pueda?
- Si, yo creo que todos pueden cantar.
- Yo quiero aprender a cantar, así no me salga nada, aunque sea para hacer el intento de escuchar mi voz.

Y yo me sentía orgullosísima de él, de sus ganas de aprender, de su coraje para encontrar la voz que le permitiera cantar más canciones, su propia voz, me daba tanta alegría, me hacía sentír ansias de ya escucharlo cantar con su voz encontrada, ansias de pedirle que me cantara algo a mi para aplaudirlo, para sentir cosquillas en la panza, para que el corazón se me llene de ternura.

Cuando dejaba de pensar en si lo hacía como "se supone que debía hacer" cantaba maravilloso, cantaba una canción de Juanes y Nelly Furtado cuando manejaba o otra de Stevie Wonder cuando estaba en su cuarto haciendo cualquier cosa. Yo me quedaba callada, lo miraba y él se dejaba mirar, no se si era la costumbre de que yo siempre lo andara mirando o que no le molestaba que lo mirara, pero yo lo escuchaba y pensaba que cantaba tan bonito cuando dejaba de pensar en parecerse a otro y empezaba a ser él.

Cántabamos "El gato azul" en mi casa cuando sacábamos los DVD de karaoke de mi mamá y nos reíamos porque a los dos nos gustaba la canción y a ninguno le salía como a Roberto Carlos (Obvio! no eramos él! Duh!), pero era tan divertido cantarla.

Me imaginaba que en algún momento iba usar su voz e inventarse sus propias canciones, entonces yo le podría pedir que hiciera algo para mi o que cantara conmigo, por diversión, sólo por darle vida a un momento entre los dos y luego reírnos en el futuro cada vez que necesitáramos recordar algo bonito.

A veces las personas creen que son tonterias, pero a mi me parecía super lindo el hecho de que siempre estuvieramos felices por las cosas que hacía el otro, así no entendieramos nada. Recuerdo que una vez yo practicaba mis ejercicios de dicción para verso de siglo de oro español en su casa, el miraba como queriendo decir algo y yo seguía repitiendo lo mio:

- "Alma a quien todo un dios prisión ha sido, /venas que humor a tanto fuego han dado, /medulas que han gloriosamente ardido..."

Bis, bis, bis... over and over again, hasta que no se aguantó y me dijo:

- Si sólo repites de paporreta nunca te lo vas a aprender de verdad, podrías buscar asociaciones o...
- No me lo estoy aprendiendo de paporreta, ya me lo se, estoy haciendo un ejercicio - le dije sin querer en tono bien cancelador...
- Ok! No he dicho nada! Yo no entiendo nada de lo que estas haciendo... - dijo levantando las cejas y mirando al piso.
- Es para practicar dicción, musicalidad del soneto, cinalefas... - Le conteste como si el supiera o debiera saber.
- Yo no sé, yo no entiendo eso que tu haces, yo pensaba que hacías otra cosa.
- Ok - le dije riéndome y le di un beso en la frente cuando me pare para ir al baño.

Regrese a sentarme y seguí con mi ejercicio repetitivo entrenador de lengua, el se paró para ir a no se donde y antes de irse

- Estas cosas te hacen feliz... Yo no entiendo nada, pero me gusta verte contenta... ¡Linda! Eres mi actriz... me dió un beso y salió de la habitación.

Yo me derretí en la silla.

A pesar de haber hecho entrenamiento actoral y tener de alguna forma experiencia escénica, yo nunca me he sentido una actriz (Aunque ahora que lo pienso, no se si me he sentido realmente algo en la vida, probablemente sòlo recientemente haya perfilado algo), era como raro que me dijera eso, esas cosas me dan como verguenza, no se porque, pero en ese momento eso no era impotante porque el había dicho algo que para mi era mucho mejor, le gustaba verme contenta haciendo algo que no entendía, sentí que realmente me había visto, me había visto no por las cosas que yo hubiese hecho por él, si no desde las cosas mías, acerca de las que yo no decía una palabra, podía ser que no entendiera nada, pero me había visto,a mi, a mi yo.

Parecía ser tan fácil, sentirse feliz por el otro y acompañar. Creo que de alguna forma sólo mirándome el entendía, no sé que, pero algo le llegaba y era suficiente. Tal vez no era necesario entenderlo todo, sólo saber que eso inexplicable es bueno para el otro. Mi abuelita decía eso: "No tienes que entenderlo todo".

Episodios así en los que no hacía falta entender para intentar son la forma en la que lo recuerdo, a veces pienso que el nunca se dió cuenta de eso, lo cual  de alguna forma es hermoso, hacer las cosas sólo por el placer de hacerlas, sin esperar un resultado de vuelta, sin interpretar el hecho, tal sólo tomar lo que surge en uno para hacer cosas nuevas.

Me parece horrible saber que una persona tiene la capacidad de hacer eso y ver que no la usa (de alguna forma es algo así como una "frustración ajena"), simplemente decir "Yo nunca podría", es màs horrible escucharlo y saber que efectivamente puede, es una pena. Me gustaba eso de él, que pudiera lidiar con cosas que no entendía, poder desarmar esas cosas chiquitas y rearmarlas en su propio formato, me parecía valiente.

Recuerdo esos momentos y me dan ganas de decirle : ¡Canta! ¡Canta otra vez!, antes nunca se lo dije porque tenía la sensación de que si yo decía algo iba a ser como romper el momento (o la mágia tal vez). Tal vez el decir las cosas es lo que las reafirma.

Yo quería hacer cosas para que eso nunca se apagara, no se ni que cosas, pero algo, para que durara para siempre.
 A veces me pregunto quien cuido de eso tan especial en él, me dan ganas de decirle que hizo un mal trabajo, aunque la respuesta para mi pregunta probablemente se contestaría con él mismo. Aunque probablemne yo también este opinando sobre cosas que no son de mi incumbencia, supongo que cada uno de nosotros cuida su propio corazón, probablemente el resto sólo se encargue de llevar las semillas; sólo uno puede dejar crecer lo que crece y te alimenta o ahogarlo todo en mala hierba.

Me dan ganas de decirle que trate, que aunque no recuerde trate, el cuerpo siempre guarda esas cosas en su propia memoria, aunque ahora que lo pienso no se si eso le sirva para algo. Igual cuando escuché eso me dieron ganas de decirle ¡Anda! trata un poquito. Trata. Canta de nuevo.

No hay comentarios.: