lunes, 13 de marzo de 2017

Situación de desesperanza

No son fáciles estos días. Ando arrastrándome a fuerzas para no quedarme en la cama porque mi primer pensamiento es "No quiero volver a despertarme"; entonces, mi bien entrenado y optimista ser se pregunta:

¿Por qué estas agradecida?
Porque tengo proyectos para hacer, porque he sobrevivido un mes más viviendo en el lugar que quiero, de la forma que quiero.

¿Que tienes que hacer?
Terminar las presentaciones, buscar info para tal consultoría, armar el horario para la semana, ver si es que hay algún trabajo fijo que valga la pena como para abandonar mi proyecto hasta que este más estable.

Ahí me entierro de nuevo en la sábana: "Abandonar".

¿Cuánto tiempo más tengo que dejar en pendiente lo que quiero hacer?

Entonces vienen a mi cabeza todos mis abandonos personales - la danza (por tiempo y plata), el bachiller en teatro (por tiempo y plata), la tesis (Ok, esto no esta en abandono, sólo en ritmo caracol), el curso final de EGS (por plata) - y me pregunto de nuevo:

¿No debería regresar a un trabajo de oficina para estabilizarme de nuevo?

Observo las implicancias de esa decisión: un monto fijo mensual con el que podría ahorrar y no preocuparme de qué más hacer porque ya todo lo haría en una oficina. Luego me digo que odiaba eso, me pasaba los días pensando en cómo me gustaría poder ir a esa audición que era a las 10am y soñaba que si me elegían para actuar, podría ensayar después de la oficina. Soñaba no más, porque ni podía ir a la audición, ni los ensayos se hacen en horas de funciones. Sólo no estaba en el lugar adecuado o no estaba viendo todas las opciones. No sé a quién preguntarle.

La misma ecuación se repite para el bachiller en teatro.

Siento que un trabajo en oficina me hace abandonar mis propósitos personales, pero ser independiente me tiene en vilo económico.

La fe es difícil de mantener.

A veces viene a mi mente que me gustaría tener una pareja que me acompañe en este camino, para al menos tener a quien decirle algo, pero eso es sólo "wishful thinking", porque en verdad no se cómo estar con alguien sin perderme y lo pienso así, echándome la culpa a mi.

Podría decir que han sido ellos que no saben amar a una persona como es, que han sido egoístas, ególatras y que no han sabido escuchar,  podría... puedo... pero la verdad es que aunque eso sea cierto, yo los escogí y no supe defender mi individidualidad.

Entonces me convertí en este individuo - dual... que se desdobla para por un lado, ser lo que el otro quiere para ver si es que así te quieren un poco (un poco es algo aunque sea) y  por el otro, ser lo que soy, este ser que tímidamente trabaja por lo bajo para no dejar de pensar que puede hacer lo que la hace feliz. ¿Pero sabes qué? Creo desde el fondo de mi corazón que lo que a mi me hace feliz, no hace feliz a nadie. Estoy acostumbrada a que nadie me quiera.

Así, es mejor estar sola.

Le digo eso a mi terapeuta, que me dice cosas que mi cabeza entiende pero mi cuerpo no siente y por ende, se me olvidan. Siento que pierdo el tiempo allí, pero me llevo de nuevo porque conocedora de la resistencia y el dolor metamórfico, considero que tengo más opciones de llegar a buen puerto que en otro lugar... más tomando en cuenta que mi terapeuta tiene mejores percepciones de mi que yo misma y que cualquier otra persona en mi familia.

Es duro sentir que no le puedes pedir consejo a nadie y por eso la terapia es tan solitaria, aunque esta ella, igual todo es yo me mi conmigo. Y de cualquier forma, estar sola en mis decisiones es mejor que estar con mi mamá, que siempre tiene una versión fatalista de la vida, dónde ella es la única protagonista que salvará a todos (sus súbditos) para que la hagan feliz a ella.

Es mucho mejor que hablar con mi "papa" (nombre que pongo para que se entienda su ubicación en el árbol genealógico, más no en mi vida) que me dirá que "Cristo me ha perdonado" y me de algún ejemplo bíblico relacionado a alguna adicción o comportamiento "pecaminoso" asociado a mi vida, porque satanás se mete en todos lados, pero que no me preocupe que "El señor me iluminará".

Mi amada tía Yeye me dará apoyo moral, será sincera diciéndome que no sabe que hacer pero que cuente con ella. Yo sentiré que si no me pude decir algo desde su experiencia entonces, sigo sola.

Así ha sido siempre, siempre estoy sola.

Desde pequeña, en que nadie me hablaba, yo me las ingeniaba para lidiar con mis dudas diarias, le hacía caso a la señora de la tele que decía que debía lavarme las manos antes de comer porque parecía un buen consejo y la misma señora decía que es importante tener un lugar separado para estudiar, aunque nunca pude lograrlo para leer, siempre me gustó más leer en mi cama. Nadie contestaba mis preguntas y por eso aprendí a leer tan rápido, tenía que ayudarme a entender.

Nunca nadie ha tenido que empujarme a hacer las cosas, siempre soy yo la que se impulsa y odio a las personas que creen que tienen que empujarme porque mi ritmo es lento. Las odio, en verdad las odio, hacer eso conmigo es persecutorio.

Y me cuesta decirlo, me cuesta decir lo que pienso y siento, porque en verdad siento que a nadie le importa, porque veo en la cara del buen ser que me pregunta que mis respuestas son demasiado... y es que lo que siento es demasiado, yo lo sé.

Sinceramente creo que nadie puede lidiar con mi sentir más que yo misma, la tristeza, la emoción, la preocupación, si yo en verdad dijera las cosas como las siento entonces la mitad de la gente huiría. Es esa una nueva razón para mis silencios, porque debo procesar las cosas y apaciguarme (Y la voz de mi mamá en mi cabeza: nadie quiere a los niños que lloran). Debo defender mi sentir, defenderme.

No puedo vivir defendiéndome. Es horrible.

Entonces, decido salir así no más, pero me duele, me duele la vida estos días.