Mi corazón, como una sierpe,
se ha desprendido de su piel,
y aquí la miro entre mis dedos
llena de heridas y de miel.
Los pensamientos que anidaron
en tus arrugas ¿dónde están?
¿dónde las rosas que aromaron
a Jesucristo y a Satán?
¡Pobre envoltura que ha oprimido
a mi fantástico lucero!
Gris pergamino dolorido
de lo que quise y ya no quiero.
Yo veo en ti fetos de ciencias,
momias de versos y esqueletos
de mis antiguas inocencias
y mis románticos secretos.
¿Te colgaré sobre los muros
de mi museo sentimental,
junto a los gélidos y oscuros
lirios durmientes de mi mal?
¿O te pondré sobre los pinos
libro doliente de mi amor-
¬para que sepas de los trinos
que da a la aurora el ruiseñor?
Federico García Lorca
Junio de 1918. (Granada.)
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