lunes, 22 de julio de 2019

Paternidad, Maternidad y familia - Mis padres y yo

Hace ya bastante tiempo que vengo pensando en la forma en que mis padres ejercieron como tales; sus modelos, sus aciertos, sus desatinos. 

Son muchas las cosas que tengo para decir sobre ellos estos días, no sé si podré decir un día todas las cosas que pienso sobre esto. 

Cuando yo tenía como 1 año y medio mis papas se separaron y no volví a ver más a mi papá hasta que tuve 12 o 13 en que tuvimos un encuentro tortuoso y volvió a desaparecer. Salvo dos tías neutrales y sus respectivos hijos, mi mamá no dejaba que nos veamos a la familia de mi papá y en el fondo siempre sentí que ella nos había alejado de nuestra familia y con eso, la posibilidad de saber de mi papá. 

Cada que preguntábamos por él, mi mamá nos decía que estaba enfermo y que cuando se curara podríamos verlo. En mi cabeza ese "está enfermo" era como una nebulosa muy confusa... pensaba en que si estaba enfermo porque nadie iba a cuidarlo en ¿Por qué no podíamos cuidarlo? ¿Cómo es que la familia no cuida a su familia? 

Las respuestas eran muy complejas, mi padre era drogadicto al punto que nadie podía ayudarlo más que él. Mi mamá nunca perdió la fe en él y en el tiempo lo buscó muchas veces, llevándole fotos de nosotros, contándole lo que estábamos haciendo, cómo estábamos creciendo. Aunque ella nunca perdió la fe en él, si dejó de esperarlo. 

Mi mamá tenía 20 años cuando se convirtió en madre soltera de 2 hijos, 20 cuando le dio un derrame cerebral que hizo que tuviera que volver a aprender a caminar. Ese aprender a caminar fue literal en tantos sentidos. 

Aprendió a caminar con dos niños para los que era todo lo que había en todo sentido, a trabajar horas interminables, a confiar en que siempre había formas de resolver problemas... a pesar del abandono, ella siguió caminando con lo que tuvo y en muchos de esos días, trató de generar momentos felices. 

Los conflictos que he tenido con ella son muchos, la he odiado desde lo más profundo de mi ser y con la misma intensidad siento que la amo, creo que es una de las personas con las que siento más contradicciones en la vida. Creo que esto último debe ser mutuo. 

De las dos, lo único que puedo rescatar es que, a pesar de todo, mi mamá nunca ha abandonado la tarea de tratar de ser mi madre.  

Y la palabra abandono surge tanto mientras escribo... a veces no sé dónde empezó eso en mi familia. Abandonos ancestrales, faltas inmemorables. 

Mi papá se volvió evangélico y regresó rehabilitado cuando yo tenía como 20 años. Una de las primeras cosas que hizo, fue ir a buscar a mi mamá. No sé si siento ternura o pena o distorsión al pensar en esto. Él fue a buscarla a su trabajo y mi mamá, ya tenía otra pareja, estaba embarazada, tenía una vida hecha... y él... y su pedido... idea congelada en el tiempo, cuerpos viajados, realidades lejanas. 

Él en su ilusión, le dijo que no importaba que estuviera embarazada de otro que él igual seguía firme en su propuesta de regresar. Mi mamá por razones más que evidentes no aceptó la propuesta. 

Varios años pasaron después de eso, mi papá se fue a vivir a provincia, mi mamá se separó. Nunca se juntaron. Mi papá se lo mencionó muchas veces, en los días buenos mi mamá decía que eran personas muy distintas, en los malos que ¿Quién se había creído para pensar que iba a espéralo más de 20 años? y en los peores, bueno... comentarios sarcásticos sobre lo que él debería estar haciendo en lugar de pensar en tener pareja, como, por ejemplo: tratar de ser parte de la vida de sus hijos. 

Él trató de hacerlo, no puedo decir cómo ha sido para mi hermano, para mí fue una pelea entre la necesidad de saber de él y querer que se vaya a la mierda. Y no es que le desee mal, es que siento que varios de sus discursos pueden irse a la mierda. Su discurso evangélico, aunque útil para salir de la drogadicción, me resulta insufrible en términos de consistencia, tan asociado a la culpa y el pecado, tan hipócrita como para pretender que Jesucristo se lo ha perdonado todo y que no tiene que disculparse con nadie más. 

Escuchar muchas de sus historias hizo que yo pudiera entender mejor cómo fue que terminó desaparecido y viviendo en la calle; sin embargo, cada conversación a mí me dejaba con una sensación de distorsión terrible. 

Creo que hizo su mejor intento para ser parte de mi vida adulta, a su manera claro está, con consejos y dogmas que no comparto, pero que intenté entender con ternura. Digo intenté porque nunca he sabido qué lugar ocupa su amor en mí. Su amor es como un espacio vacío en mi cuerpo. 

Él último día que hablé con él fue uno en que tuvo una discusión telefónica con mi mamá; ella me había regalado un celular que yo ya no usaba y él, quería que se lo regale. Yo ya le había dicho que no pues, aunque fuera un objeto que no usaba, si mi mamá se enteraba que se lo había dado, se iba a molestar mucho. Ese día él me llamó y yo escuchaba en altavoz en casa de mi mamá. El insistió sobre el celular, mi mamá escuchó y tal como yo pensaba, entró en cólera y le dijo: “¡Deja de estar pidiéndole cosas a tus hijos! ¿No te ha bastado con no estar toda su infancia? En vez de pedirles cosas, ayúdalos a terminar su carrera que te recuerdo, no hay terminado”

No me voy a olvidar su respuesta: "Tu siempre queriendo vanagloriarte de todo lo que haces". Ellos siguieron peleando, mientras yo sentía que no quería tener una relación con ese hombre que le habla así a mi mamá. Me dolió mucho escuchar eso, sentí que no quería tenerlo en mi vida. 

Ese día muchas ideas pasaron por mi cabeza, pero creo que la más resaltante fue darme cuenta de qué mi papá nunca se disculpó con mi mamá por su abandono. Creo que ella nunca ha podido poner eso en palabras pues llego un momento en que el abandono estaba tan normalizado en su vida que ni si quiera sentía podía reclamar algo. 

El abandono de mi padre no empezó conmigo, empezó con mi mamá, con abandonar los votos de amor que se hicieron, por dejarla sola para asumir algo que los dos empezaron. Yo entiendo las circunstancias de mi padre, creo que mi mamá también lo hizo siempre. Lo que no entiendo es cómo alguien puede pensar que sus actos no tuvieron consecuencias y sentirse redimido de todo error porque Jesucristo murió por sus pecados; que a nadie le dolió nada. 

Los 20 años de abandono yo se los disculpo, entiendo porque desapareció, entiendo su dificultad, entiendo su adicción, lo que no entiendo es por qué se comporta como si no le hubiera hecho daño a nadie, como si su conducta no hubiera tenido ninguna repercusión. 

Durante esos 20 años de desaparición nosotros no quedamos congelados en el tiempo. Nuestras vidas continuaron con retos y logros para los que él no estuvo. Creo que hasta ahí, todos lo hemos entendido. Lo que no entiendo es su indolencia hacia lo que nosotros vivimos sin él, nosotros somos una realidad que no existió en su tiempo. Me duele eso, sentir que me traten como si no existiera.

Creo que mi no hablar con él es también un comportamiento similar, pretendo que no existe. A veces me disculpo a mi misma por esto, porque en mi ser no encuentro un lugar para él.  

El me escribió muchas veces, cartas largas y sin sentido para mi, haciendo suposiciones sobre por qué estaba molesta, enviándome pasajes bíblicos, diciendo generalidades sobre lo que debía ser una relación entre padre e hija. Yo no le he contestado, creo que no sólo por estar furiosa con él, sino porque siento que esos patrones de abandono los sigue trasladando a dónde sea para no hacerse cargo de sí mismo, para seguir siendo una víctima.

Ahora que me tomo el tiempo de escribir sobre esto, creo que hay algo más que me duele: Me duele que ahora como adulta, haya abandonado nuevamente la tarea de ser mi padre.

La comparación entre mis padres es inevitable y lo que me asombra es la capacidad de cada uno para enfrentar los conflictos conmigo.

He dejado de hablarle a mi mamá miles de veces y ella siempre ha regresado recargada, a veces para seguir con la misma actitud y estrellarse con la pared que puedo ser, otras para pelear con espalda en mano y otras para rendirse sin pedir disculpas, pero si explicándose. En el caso de mi papá, luego de un tiempo de escribir y llamar, dejó de hacerlo. Hace como 5 años que no se de él, a veces pienso en escribirle, a veces creo que lo que tengo para decirle es tan feo que puede que termine en la calle de nuevo.

Supongo que esto también tiene que ver con una suposición infantil. La última vez que recuerdo haberlo visto de pequeña fue en la calle. Me recuerdo chiquita, escondiéndome atrás de la rodilla de mi mamá al verlo porque no quería que me cargue, estaba molesta porque no había ido a verme… recuerdo que le gritaba a mi mamá diciendo algo así como ¿Qué le has dicho a la niña?, me cargó a la fuerza y yo sólo quería que me suelte porque estaba tan molesta. Luego de eso, no recuerdo más de él. Creo que de pequeña creí algún tiempo que mi papá se fue porque yo estaba molesta con él.  

Ya más grande pensaba que no iba a estar molesta, que sólo iba a esperar a que regrese, para que me acompañe, para hablarle, para me salve. Luego me di cuenta que anhelaba algo que no iba a suceder. 

Luego de dejar de contactarlo, yo esperaba que él dejara de intentar y así fue. Ahora me pregunto si este deseo de escribirle es para hacerle saber porque estoy molesta con él o para delimitar este hueco que siento en mi cuando pienso en él. En mi cabeza, no tener contacto con él es una forma de sentir que existe en toda su bondad en algún lugar, para que al menos en ese lugar sea lo que mi mamá decia: Un hombre bueno. 

Maternidad, paternidad y familia es el tema últimamente en mi cabeza. Hace un tiempo reviso esas ideas pues mi deseo de ser madre es grande, pero mi razonamiento detiene el deseo porque me doy cuenta que no es algo que quiera hacer sola. Embarazarme es la menor de las dificultades… lo que no quiero es hacerlo sola. No quiero encontrar un inseminador, si no compartir ese proceso de vida con alguien que también quiera ser padre, que no deje de intentar serlo. 

¿Cómo funciona eso?

Tanto por decir. Mis dedos no escriben al ritmo de mi cabeza. (Tal ves así sea mejor)






sábado, 8 de diciembre de 2018

Luis Felipe

Nunca lo he llamado por su nombre, siempre por su apodo. Sólo hoy escribo para él con su nombre e iniciales porque la seriedad lo amerita. Talvez nunca lo lea, eso no importa; sólo quiero sacar algunas cosas de mi cabeza.

LF nos conocimos por un amigo en común y compartimos apartamento un tiempo, que debo decir, recuerdo con mucho cariño esa época. Siempre hubo algún tipo de atracción, pero en verdad yo no estaba en capacidad de haberme cargo de un amor, principalmente porque yo estaba muy herida de uno anterior. LF siempre insistía de muchas maneras, yo creía que lo que quería era acostarse conmigo y yo no estaba lista para eso o para nada.

Sus bromas casi siempre eran desatinadas, LF es el tipo de persona que dice cosas sin pensar y todos lo disculpamos porque sabemos que nunca lo hace de mala fe y la mayoría de las veces, aunque desatinadas, lo hacen ver muy gracioso y se puede pasar por alto el desatino sólo por la risa.

Luego de que nos mudamos cada uno por su cuenta, seguimos viéndonos, los amigos en común eran muchos, las aficiones también; cada tanto nos juntábamos para salir a tomar algo, conversar o correr. Yo odio correr, sólo no odiaba hacerlo con él, porque no me presionaba a seguir corriendo cuando ya no podía  o quería. Supongo también porque disfrutaba de su compañía... Sí... me gustaba acompañarlo, me parecía un chico íntegro, de buen corazón. Y por momentos sentía que podía ser yo misma a su lado.



En una de todas esas veces que coincidimos en salir y que me preguntaba porqué no quería salir con nadie, la idea rondaba mi cabeza: ¿Por qué no salir con él? Le dí vueltas a esa pregunta muchas veces. MUCHAS.

Entonces, lo decidí un día. Voy a  salir con él y sin saber cómo hacer para decir casualmente esa decisión, me dirigí a su casa en mi vestido azul. Creo que quedamos en comer juntos y luego ir a bailar, recuerdo que llevé una mochila con ropa para más tarde y que la armé con toda la intención de quedarme a dormir con él.

Y así fue. Esa tarde, noche y madrugada la pasé hermoso. Me reí, nos besamos, tuvimos sexo delicioso, nos fuimos a bailar, regresamos a su casa, dormimos juntos, no sé cuando me fui a mi casa. Sólo recuerdo que ese fin de semana fue más de lo que yo esperaba y me sentía bien.

Seguimos saliendo, no recuerdo en qué momento salió el tema de hacer público que saliamos. Le dije que yo no estaba lista para tener una relación pública, pero si para conocernos y estar juntos un tiempo. Lo dije así porque si las cosas no iban bien, prefería que eso sea entre los dos, sin personas que pregunten por nosotros o que te miren con cara de pena o vergüenza cuando dices que se acabó. Yo quería que ese conocernos sea sólo de nosotros.

Esto trajo varias discusiones, y aquí yo debo asumir culpa de no comunicar bien lo que quería, de siempre estar a la defensiva cuando mencionaba que quería que lo nuestro fuera público. Él me contestó un día mientras peleabamos que yo me avergonzaba de él. Eso nunca fue cierto.

Tuvimos varias peleas por ese tema, un día borracho dijo cosas fuera de lugar, siempre alrededor del mismo tema. Peleamos horrible, tomé distancia y él envió flores para disculparse. Yo estaba tan molesta. Las flores eran hermosas, pero a mi no se me iba a pasar la molestia con eso, me molestaba que no viniera en persona a disculparse.

Un día recuerdo haberle dicho que nosotros sólo salíamos, que ambos teníamos la libertad de salir con quien quisiéramos, que yo no salía con nadie más pero que era así, que yo necesitaba conocer cómo éramos juntos antes de hacer ésto público. Es lo que recuerdo que quería decir, puede que no lo haya dicho tan bien como lo escribo hoy.

Él no quería eso.

A eso le siguieron varias peleas más, dónde él empezó a criticar mi decisión de estudiar "Algo que nadie conocía" y mi gasto de dinero en eso, varias cosas a las que empecé a responder a la defensiva. El drama de todas las peleas me cansaba y esos dos puntos en especial, eran cosas que todo mundo criticaba en todo momento, no entendía por qué las personas criticaban algo para lo que no les estaba pidiendo ayuda.

 Él empezó a viajar mucho por trabajo y yo estaba muy ocupada con la maestría. Nunca hubo un cierre propio para ese tiempo juntos.

El último recuerdo que tengo de nosotros, es que un viernes compré una película que dijo que le gustaría ver y cuando salía del trabajo lo llamé para vernos. Él me dijo que no podía, yo le pregunté si sería mejor al día siguiente, él me dijo que estaba ocupado. Yo sentí que estaba interrumpiendo.  No volví a llamarlo.

Unas semanas después vi varias de sus fotos por FB y aunque no lo decía explícitamente, sabía que estaba con alguien. En ese momento, no se bien si sentí pena, creo que era algo que esperaba. Pensé que yo abrí la puerta y él decidió irse, pensé que era mejor así, porque si no podía tomar el tiempo de conocerme y amarme en libertad, entonces era mejor que todo se acabe.

Con el tiempo, me di cuenta que la razón por la que no quería estar con nadie en  esa época era que luego de terminar la relacion que tuve antes de conocer a LF, tenía la permanente sensación de que nadie iba a amarme por lo que soy y si eso iba a ser así, entonces prefería estar sola.

Sentir que quería conectarme con alguien (Él) era un paso enorme para mi, tenía mucho miedo.

En los años nos escribimos varias veces, para ver cómo estábamos y desearnos bien, preguntar sobre nuestras nuevas parejas, si éramos felices. La verdad es que siempre le he deseado bien.

Nos encontramos hace un año, justo el día de mi cumpleaños en la puerta de mi edificio, el llegaba para una cita en uno de los pisos superiores y yo llegaba con una amiga y un ramo de flores. Lo invité a mi casa, me dijo que sólo tenía 15 min y entró. Se burló de que me comprara flores cuando él me las regalaba y no me gustaban. Me encantan LF - le dije, pero en esa época yo estaba molesta y no estaba en condiciones de amar a nadie.

Hace unos meses me escribió para hacerme unas preguntas y ahí me dijo que se estaba divorciando, seguido por una propuesta para tener sexo. Me reí. Y me apené. Y me reí de nuevo y le dije que podía salir con él a tomar una cerveza y conversar. Nunca lo hicimos.

La pena que sentí en ese momento abrió una pregunta ¿Por qué siento ésto? Si conozco sus bromas idiotas y desatinadas. La respuesta apareció más rápido de lo que esperaba: Luego de tanto tiempo sin vernos, me da pena  que no me hablara para saber cómo estoy, si no para "bromear" acerca de acostarse conmigo. Es un poco el lugar que siento tengo en su cabeza y sí, me apena.

Me apena porque a pesar de las peleas, yo tenía amor y respeto porlo que sucedía entre nosotros. Nunca tuve la intención de herirlo.  Me apena porque al igual que antes, sigo sintiendo que nadie va a quererme por quien realmente soy.

Nadie me ha vuelto a preguntar por él hasta hace un mes, en que el amigo en común que tenemos me mencionó que él siempre pensó que algo fuerte pasaba entre nosotros.

Recordarlo con un poco más de madurez es lo que hace que hoy escriba sobre él. Porque siento que ninguno se dió el tiempo de cerrar con respeto ese tiempo que al menos para mi, fue especial. Fuera de todo lo que he mencionado, siempre recuerdo mi risa con él, su cara con mis explicaciones sobre el universo femenino y cómo (la mayoría de las veces) entendía mi ser renegón.

Creo que nunca hubiera podido publicar en redes sociales nada sobre nosotros y sé que eso no lo haría feliz, pero nuevamente, ahora con un poco más de madurez puedo decir siempre trato de mantener en secreto las cosas que quiero y desde ahí, hoy puedo decir que lo quería. 

Entonces, hoy con ese respeto que tengo por las personas que quiero, agradezco por el aprendizaje que él ha sido en mi vida y espero de todo corazón que encuentre lo que su corazón necesita.

Con ésto, cierro ese capítulo.

domingo, 11 de noviembre de 2018

No sé por qué quiero enamorarme

No sé por qué.

Todos los días pienso que no quiero estar sola, que quisiera compartir mi vida con alguien; pero también hay un pensamiento que va de la mano con éste: Siento que mis sueños y propósitos no podrán realizarse si es que estoy acompañada por alguien.

No se pensarme en pareja, no se cómo se ven o se sienten los planes conjuntos y así entonces me pregunto: ¿Por qué quiero enamorarme si es que quiero hacer tantas cosas y tengo tantos planes?

Es difícil, por un lado la experiencia me dice que esos planes son incompatibles y por otro lado, la intuición (quiero creer) me dice que sí.

No se si esto me pone triste o qué, pero sí sé que es confuso y lo es porque yo quiero vivir... y al momento pensar en realizar mis sueños y enamorarme me hace sentir como que debo tener la habilidad para teletransportarme en mundos paralelos.

Quisiera creer que el amor es siempre un camino al que siempre puedes regresar, como a casa. En este momento, mi casa soy yo... y tengo tanto espacio para bailar, para soñar, para reír y planear la vida.

Todos los días, salgo a vivir. Salgo para hacer de mi historia una que quiera contar, para sentirme orgullosa de mi, para darle forma a esa pasión que siento por tantas cosas. Salgo porque tengo la fuerza para hacerlo y al regresar, soy feliz.

Entonces me vuelvo a preguntar ¿Por qué quiero enamorarme?


miércoles, 18 de abril de 2018

Postponerse

Hay muchas maneras de postponerse a uno mismo.

Una es no ordenar tus obligaciones, vivir pateando las cosas que tienes que cumplir hace que retraces no sólo tu día a día, si no tus planes y sueños a futuro. Cada vez que postponer una obligación, recortas tu tiempo de disfrute y alargas la espera.

Otra es no ordenar tus ideas, el desorden en esta área hace que tus pensamientos estén más tiempo en la imaginación que en la realidad y las ideas que no conectan con la realidad terminan siendo fantasías. Las ideas fantasiosas tienen una gran carga de energía y uno puede decidir dónde enfocarla: en alimentar la fantasía o ponerlas en ejecución. Para ejecutar necesitas  priorizar que puedes hacer con lo que tienes, para luego pasar a qué es lo que necesitarás para las siguientes etapas. Proyectas una idea, armas la estructura que delimite medianamente las necesidades y empiezas a seguir. Seguirás necesitando de la imaginación para visualizar posibles escenarios y soluciones, pero esta vez la imaginación estará encausada hacia algo específico.

Esas son dos que brevemente se me ocurren hoy y las apunto porque siento que hay muchos sentidos en los que me estoy postponiendo.

El miedo esta involucrado también, creo que sin querer postpongo cosas porque no creo que puedan ser posibles y postponer es algo así como no lidiar con la realidad. Pero si la realidad es que no se puede, es mejor saberlo ahora que despues... así podría invertir mi energía en cosas que sí sean posibles.

Esa es mi amable reflexión de hoy .

Buen día.

martes, 17 de abril de 2018

Situación de silencio mental

Pienso miles de cosas, pero apenas quiero escribirlas se me olvidan. No voy a permitir que esas cosas sigan revoloteando en mi cabeza, me desordenan y el desorden mental es algo que no puedo permitirme. 

Será de a gotas entonces. 

Las primeras cosas que quiero decir son: 

1. Me jode que mis planes se postpongan. 
2. Realmente debo hacerle más caso a mi intuición. 
3. Sí, parte de mi viaje era ir a ver a S. Aunque quiera meterme en la cabeza que no es así, esa es la verdad. 
4. Estoy molesta. 

Punto. 


domingo, 8 de abril de 2018

Una declaración de amor

O algo por el estilo...  supongo que "amor" es una palabra grande, pero en el contexto en el que estoy estas últimas dos semanas es bastante posible.

Conocí a este hombre hermoso que no se cree lo hermoso que es, eso suele ser una dificultad...

Luego de varios días pensando en decirle algo, me dije: Ya... le voy a decir que me gusta, pero tengo que encontrarlo solo. Apenas dije eso, apareció sólo caminando frente a mi y a mi se me fueron las ideas de la cabeza, no sabía qué decir... al final creo que comenté el clima y me fui corriendo.

La segunda vez dije lo mismo, tengo que encontrarlo sólo y di la vuelta a la esquina y lo encontré sentado en el jardín, la garganta se me hizo nudo. Me volví a ir corriendo.

La tercera vez nos encontramos en el almuerzo, caminamos juntos de vuelta a nuestras casas y me acompañó a meter mi ropa a la lavandería de mi edificio. Ahí hablaba y hablaba y yo, que ya conozco en mi cuerpo la mirada que pongo cuando alguien me gusta, pensaba para mi: Por dios! debo parecer una idiota! y las ganas de besarlo... ¿Qué hace uno con eso?

En 36 años de vida, nunca he sido la primera en decir "Me gustas", siempre he esperado a que los hombres sean los que den ese paso, como si fuera su función en la vida de las relaciones. El día de hoy siento admiración por esos actos de valor...  yo tenía esta sensación horripilante en el cuerpo, de miedo, de ansiedad de pensar qué pasaría si es que me dice que no le gusto o que sí... porque en verdad no podía pensar en nada más allá. Sólo en que quería decirle que me gusta. Nos despedimos, hizo un saludo gracioso y nos quedamos unos segundos sosteniendo nuestras manos.

Después de la lavandería cada uno se fue a su casa; en mi cabeza seguía esta idea de que soy una idiota por no decir nada... tienes que decirle... tienes que decirlo... me paré, tome mi llave y me salí con destino a su casa y cuando llegué a su edificio lo encontré en la puerta saliendo a comprar:

- Que haces?
- Nada, a donde vas?
- A comprar
- Te acompaño.

Y lo acompañé y no se que decía o que contestaba, sólo pensaba en que tenía que decirle que me gustaba.

Caminando de regreso se lo dije y creo que ni salió de la mejor forma... hubo este momento de confusión... y yo quería salir corriendo... pero me quedé y como no me dejé entender bien, cambié mis palabras:

- Me gustas, me gusta conversar contigo y es una pena que el tiempo sea tan poco porque me gustaría seguir conociendote.

Luego de eso... silencio... y yo en mi cabeza, haciéndome pequeñita... y ante el silencio le dije:

- No tienes que decirme nada, hagamos algo: Voy a abrazarte, me voy a ir y hagamos como si esto no sucedió. No tienes que responderme nada.
- Es que no se que decirte.
- No te preocupes, yo venía preparada para cualquier respuesta.
- Pero no esperabas que te dijera que no se.
- No, pero eso también es una respuesta.

Nos despedimos y me fui corriendo a casa de una amiga a sentarme en su sala mientras ella cocinaba. No dije una palabra.

Nos vimos en la noche en el performance de la escuela, hizo un comentario sobre que me veía bien, yo no podía mirarlo a los ojos. Me fui a bailar en la presentación al salir nos encontramos de nuevo y me felicitó, "Todo muy bonito", le agradecí. De lo otro no dijo nada.

Me voy en 3 días, sólo puedo decir que me siento tranquila de haberle dicho, no habrán hubieras.