martes, 15 de julio de 2014

Los días que dudo

Vienen así, esporádicos con sensación certera de que tarde o temprano, no podré seguir más.

A veces es el orden, el sexo, su manera de dormir, lo metódico que es, el deporte que hace, su cabeza, sus zapatos, su forma de decir en alto las cosas que cree que me estoy guardando.

Me pregunto ¿Qué haré? ¿Como terminaría? ¿A dónde iré? y siguen y siguen las ideas, diciéndome que tal vez me apuré demasiado, que debí esperarme... mis miedos se mezclan con imágenes del día en que me dije:  Sí, aquí quiero estar.

¿Qué estaba pensando?.

Me entra el miedo, empiezan a aparecer escenas imaginarias de mi buscando una casa, regresando a estar sola. No tengo miedo me digo. Sí podría hacerlo, si fuera necesario.

Pero siempre algo sucede, veo algo en la calle, un video, alguien me llama o algo pasa y quiero contarle, mandarle un mensaje o lo que sea. Sólo a él.

El me acompaña hasta para lo que no entiende. Se trepa de  cabeza para salvar a mi gato, me hace la comida cuando llego tarde. No le tiene miedo a mis silencios o tal vez sí, pero es tan valiente que no se va, espera, vuelve a preguntar. Manda mensajes con fotos de departamentos que podemos visitar, dónde yo podría tener mi oficina, un cuarto más para quien sea y  más espacio en el closet. Me habla de niños, de su familia, de sus planes, me incluye en ellos, me pregunta, toma decisiones conmigo, para la vida de los dos.

Dos. Juntos. Unidos. Por decisión.

Entonces las preguntas empiezan a callarse, no se van nunca, pero es difícil encontrar argumentos cuando encuentras videos como este: http://m.bebesymas.com/parto/papas-asi-se-acompana-a-una-mujer-en-el-parto  y te das cuenta que sientes que quieres que sea el padre de tus hijos.

Me doy cuenta de la complejidad del amor, del tiempo, de la decisión. Me doy cuenta que él iría conmigo hasta el fin del mundo y que yo lo amo así, con todo y todo.





Despierto, es casi de día, me pregunto si de verdad lo soñé, el recuerdo se escapa tan rápido. Veo el sol entrando a través de la cortina blanca, es el momento del día en que parece un sueño todavía.

Me levanto, voy a la cocina y hace frío, paso por el baño, me miro en el espejo y me veo con el celular en la mano, que fea costumbre andar todo el día pegado a los aparatos electrónicos.

Inconsistente yo, empiezo a ver la serie de imágenes subidas durante la noche y ahí esta, como si fuera una continuación de mi sueño. Siempre es así.

A pesar de todo, es distinto ahora, se siente tan lejano ahora, vago, débil, volátil. Etéreo así, sigue dejando huella perniciosa a su paso.

Ya no me asusta, es un mal conocido con el que siempre me pregunto:¿Qué es lo que queda que no veo querer?

Es eso, siempre me trae preguntas como ¿Volveré a sentir así? que me volvía espuma... aunque casi siempre fue llanto. Recordar así es como amar a la desdicha.

Regreso a la cama. Siempre es así. Sin retorno.