lunes, 1 de marzo de 2010

Sobre temblores, terremotos y sitios seguros

Luego de hablar con un amigo que esta en Chile acerca del terremoto que sucedió este último fin de semana, no pude evitar recordar varias cosas. No quiero parecer insensible con el horrible suceso del país vecino, lo que escribo hoy son sólo asociaciones de un parde recuerdos y una conversación. No lo tomen a mal.

Les cuento...

Cuando yo era niña mi mamá nunca gritaba en los temblores, sólo escuchabas "Los bebes"  y derrepente mi hermano y yo estabamos en sus brazos. Mi mamá era valiente por nosotros, no gritaba, nunca gritaba (y es de las mejores cosas que sabe hacer), sólo abría la puerta y salía con los dos mientras mi abuela hacía un show gritando "Cataclismooo!! Catacliiismooo!!! Señor perdooonanos!!! Virgen de la pueeeertaaaa!!!!" Ahí mi mamá gritaba: "Callate y sal", sólo eso, cuando terminaba el temblor se reía de mi abuelita, decía que siempre era así, gritaba y corría para salvarse, pero no pensaba en nadie más.

Mi mamá sólo pensaba en nosotros en momentos así; cuando tenía como 4 o 5 años ella estaba recién operada de la apéndice y hubo un temblor muy fuerte, ella entro al cuarto y sin un grito, cargó a mi hermano que estaba en su cuna, yo me paré en la cama y extendí los brazos, ella me cargó también y con 2 días de alta y varios puntos por la operación nos sacó de la casa. Me acuerdo clarísimo lo fuerte que nos abrazaba al sacarnos y lo segura que estaba de que mi mamá iba a cuidar de mi.

Creo que por eso en los temblores, no grito, busco a los niños y siempre he tenido la necesidad de salir pronto, pues claro, siempre esta la idea de que algo horrible podría pasar y me muero de miedo.

En un temblor largo en el 2006 volvió a pasarme algo similar.

Yo me había quedado en casa de Sergio y como a las 6 de la mañana empezó un temblor que a mi se me hizo eterno. Apenas empezó yo tuve la reacción de siempre: "Tengo que salir", pero en ese momento yo estaba durmiendo con alguien más, así que por instinto (o puro aprendisaje) tenía que sacarlo conmigo.

- Sergio temblor!, le dije moviendolo suavecito y tratando de levantarlo.
- Si ya se... me dijo sin moverse un ápice.
- Hay que salir!
- Ya va a pasar...

Pero todo seguía moviendose, todo menos él.

- Sergio, creo que es terremoto...
- Si, es terremoto (sin hacerme el menor caso). No va a pasar nada..

En ese momento el me jaló del brazo, volvió a ponerme a su lado en la cama, me abrazó y me dijo:

- Todo va a estar bien, no va a pasar nada... y con voz de niño regañón dijo: Usted duermase.

Yo me quedé quieta y con los ojos abiertos mientras sentía que la cama se mecía, el librero se movía, las ventanas sonaban, pero el me abrazaba y yo pensaba que tal vez era cierto, todo iba a estar bien.

Ese día sólo fue un temblor largo, deben haber sido como 30 segundos que se me hicieron interminables, pero si, todo estuvo bien.

El siguiente año fue el terremoto en Perú del 15 de Agosto, yo estaba en plena avenida afuera de la universidad y todo empezó a moverse, en un inicio no me quedaba claro si era un temblor o no, hasta que ví los postes moverse como gelatina y la gente que salía corriendo disparada de los edificios de enfrente.

Por unos momentos todo paró y junto con la chica que estaba a mi lado decidimos cruzar a la berma por si acaso, cuando llegamos el piso empezó a moverse muchísimo más fuerte, ondulaba era dificil mantenerse parado pero finalmente podíamos hacerlo.

La tierra se movía, la gente gritaba despavorida, los postes se tambaleaban, el cielo parecía que estallaba de todas las luces que aparecieron y yo no se como explicar lo que sentí en ese momento.

Tenía miedo,  pero estaba afuera, no tenía que ponerme a ningún resguardo; el cielo se iluminó en un millón de luces y mientras miraba pensaba "Así debe ser como se acaba el mundo", pero en ese momento tuve esa sensación que tuve una vez en una cama y pensé: "No, todo va a estar bien" y me paré a ver las luces y las personas, la tierra se movió durante 3 minutos y un par de pensamientos hicieron que yo observara todo como si estuviera presenciando un momento clave, un cambio, la naturaleza en toda su expresión y nosotros pequeños seres insignificantes que creen tener el control de lo incontrolable, el manejo de los cambios, pero no... la tierra se movía y yo me daba cuenta que nada de eso era cierto, todo podía acabarse en el siguiente segundo.

Tantas cosas que decir y todo podía acabarse en un segundo.

Me sentí asustada, pero a la vez convencida de que todo iba a estar bien, miraba todo lo que sucedía a mi alrededor y sentía que sólo tenía que esperar, sólo tenía que esperar a que todo pase, estaba afuera, todo iba a pasar, todo iba a estar bien.

Esa noche fue un solo de réplicas, pero cuando mi cama se mecía, yo me sentía protegida por el poder de un par de recuerdos. Es bonito el condicionamiento  que puede causar el amor, es bonita la seguridad que puede construir el amor en la memoria corporal.

Ojalá más personas tuvieran algo así, hay recuerdos que pueden salvarte del miedo de una situación.

Ojalá me condicionara así más a menudo, ojalá todos lo hicieramos.

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