sábado, 27 de marzo de 2010

Nuestros propios milagros.

Es dificil desprenderse de algo que sientes que ha marcado tus recuerdos, desprenderse de un sentimiento que todavía no has podido encontrar en la misma o mayor magnitud. ¿Cómo haces? ¿Que fue lo que era? ¿Que fue lo que pasó?.

De alguna forma quisieras ser la misma persona de aquellos momentos felices, regresar a eso, volver a ser eso, tal vez por la vaga esperanza de que de esa forma tendrás en tu vida eso que te hacía feliz.

Pero eso no sucede, un suceso desafortunado te cambia la vida lo quieras o no, uno no vuelve a ser el mismo nunca y lo más importante, es inutil buscar algo que se paresca a eso que tenía antes. Aunque repitas las mismas palabras de amor, aunque hagas el mismo gesto que parecía gustarle, eso ya no tiene sentido si no era esa persona específica, incluso para esa misma persona podría perder todo sentido en el tiempo.

Eso que hacian era parte de un acuerdo privado, un secreto que compartía celosamente para poder mantener eso... repetirlo con alguien más en busca de esa sensación es algo así como la violacion de un pacto. Los pactos rotos destruyen historias.

Y comienzas a preguntarte: ¿Lo rompí? ¿En verdad lo rompí?. No lo sabes, no recuerdas, tal vez no quieres recordarlo.

Así comienza de nuevo la búsqueda, pero ess inútil, buscar alguien que tenga eso, que te haga sentir eso... cuando ya tenías eso... tenías... tuviste... sabes como fue. ¿Quién puede engañar a tu propia experiencia? Sin embargo uno trata de repetirse, uno cree en un inicio que en la vida hacer lo mismo podrá dar los mismos resultados.

Podrías hacerlo, podrías tratar de buscar en otra persona el color de su piel, la forma en que te miraba de lado cuando te coqueteaba, las cosas que le gustaban, tratar de enseñarle a alguien más las cosas que le enseñaste y la  hicieron reír, buscar el color de su pelo, su nariz, su sonrisa o incluso, buscar alguien que tenga una edad parecida a la que tenías cuando perdiste la inocencia. Pero es inutil, tu inocencia era una y tenía nombre propio.

Y piensas que puedes tratar de buscarla de nuevo, si tienes la mínima oportunidad de repetir eso con la misma persona,  tal vez podrías tener un minuto de salvación. Pero no piensas en que el tiempo no regresa, los silencios dejan cicatrices, los eslabones rotos no completan una cadena, las palabras no dichas no se llenan con frases construidas con el pasado. Eso es lo que tienes de esta forma, un pasado; un presente que quieres alimentar de intangibles, un presente lánguido con el que aspiras a un futuro.   

Es difícil darse cuenta que el regresar a la felicidad a través del recuerdo hace que regreses a algo que ya no existe, algo que ya no es suficiente para que encuentres eso que te dejaba esa sensación de querer más en los labios.

Entonces buscas más emociones, más sentidos... no te das cuenta que eso también te lleva a sentirte más perdido... o tal vez si lo haces, pero prefieres no pensarlo porque hacerlo también implica pensar en el dolor causado por tus propias acciones, el dolor que uno sólo se causó...

Y así que sigues buscando y tomando lo que aparece, lo que se parece... Prefieres no darte cuenta que era la posición, la conjunción de sujetos, el sentimiento, el momento y la circunstancia lo que se daba vida a esa sensación, el trabajo que hiciste tal vez sin pensar en lo que ibas a recibir de vuelta, el corazón que le pusiste, las puertas que abriste por instinto o tal vez porque eras correspondido. Lo que eras, lo que eran, eso era.

Era.
Pero ya no son, seguir deseando vivir de ese sentimiento que pasó es como desear para tu futuro el seguir enamorado de tu propia desgracia.

El presente se alimenta de acciones frescas y los sucesos pasados se cierran con eso mismo también.


Y uno piensa "La escencia de las personas no cambia"... entonces ¿que pasó? ¿Qué me pasó? ¿Qué nos pasó?


Creo que sirve detenerse un momento, detenerse para ver como quedaste, como estas, que harás y también para despedirse, un agradecimiento y un pequeño adios a eso que te sucedió, porque bueno, malo o los dos juntos, hay que agradecer que ahora conoces una nueva forma de lidiar con el mundo y con eso, aprender a lidiar contigo, conmigo y con todo de nuevo.

Creo es un poco eso... el otro tambien es parte de ese mundo con el que tienes que lidiar. Pero hay que hacerlo, hay que aprender a lidiar contigo, conmigo y con nosotros.

Y si quieres lidiar con el otro de nuevo, entonces saber que es lo que hace, como lo hace, porque lo hace... podría darte algunas luces. Se me ocurre que  la respuesta se encuentra en ver quien eres, quien es, quienes son ahora, tal vez tengas suerte y encuentres más sonrisas... o tal vez tengas otra suerte y te des cuenta que simplemente necesitas algo distinto y tengas la oportunidad cerrar una historia y construir otra diferente.



Si te das el trabajo, si haces un pequeño esfuerzo, si de verdad miras bien, tal vez te des cuenta que es bueno que todo haya pasado, porque así puedes ver al otro nuevamente no como en tu recuerdo, si no como es ahora.... tal vez así puedes recibir lo nuevo y mostrar lo nuevo que es tu corazón.


Tal vez llegue el momento en que veas que te abrazaste a lo que sirve, que no era lo que tenías si no lo que aprendiste, tal vez te reencuentres con esa vía de ida y de retorno y con eso veas que  transformaste lo antiguo en algo nuevo.

¡Que bello tener en uno la capacidad de transformarse y transformar! Que alivio.. que alivio...

Pero... hay que tomar la maleta, abrir la puerta y atreverse a hacer esperando lo mejor.... Siempre lo mejor, porque lo que ha sido construido con amor, nunca dará frutos diferentes, porque en nuestras manos también esta el construir nuestros propios milagros. Nuestros milagros.

No hay comentarios.: