martes, 2 de junio de 2009

Antes de irme I

Lo que sucedió en esos momentos fue una melcocha de situaciones... esos momentos en que la vida se empeña en armar un nudo en la red, todos se juntan, se estrellan, se entrelazan y donde inevitablemente tienes que escoger que hebra quieres seguir.



Sinceramente pensé que yo iba a ser la hebra que se rompe, esa que se pierde en medio de la soga y nadie se da cuenta. En esos momentos sentí que era así, pero en el último momento mi rumbo cambió. Claro, ese "último momento" sucedió precisamente al último y cuando yo ya me había resignado a que en cualquier momento todo se acabaría.


En esa época, mi mamá estaba pagando por mis estudios y yo estaba muy contenta yendo únicamente a clases, ¡Qué bien va la vida en este aspecto! pensaba, seguramente todo empieza a cambiar en cualquier momento. Que presentimiento para más acertado... uno nunca sabe los caminos del cambio.

Por esas cosas que pasan en la vida, mi mamá decidió no pagar más por mis estudios, lo hizo tan repentinamente y sin previo aviso que yo no supe tomarlo bien. ¿Cómo puedes comprometerte con alguien y luego decir ¡Lo siento! ¡Ya fue!?, ¿cómo puedes dejar en el aire a alguien que cree en lo que dices? ¿Cómo puede dejarme en la nada alguien que se jacta tanto de que su palabra vale muchísimo?¿Dónde estaba esa palabra?¿Es que conmigo no aplicaba?. Yo no sabía que pensar, me sentí muy desamparada.

Pero bueno, había que buscar soluciones, así que necesitaba un trabajo. No lo busqué inmediatamente, pues por el momento tenía algunos cachuelos que me daban dinero para los pasajes y copias, estaba totalmente dedicada a disfrutar de las clases y de todo lo nuevo que iba descubriendo. Si inevitablemente me iba a quedar con una deuda pues creí que por lo menos tenía derecho a disfrutar de mis clases. Ya en las vacaciones buscaría algo para juntar dinero.

A mi favor tenía no sólo disfrutar de lo que hacía si no además toda la novedad de una relación donde te das cuenta que no te has equivocado en lo que pensabas acerca de esa persona que te gusta. Y no sólo eso, si no que además de estar feliz con él, su familia parecía quererme. "Una familia que te quiere", eso siempre ha sido un concepto tan ambiguo para mi.

La familia de él era algo así como ir por primera vez al circo, todo estaba lleno de ilusión. Su mamá no me miraba como bicho-raro-roba-hijitos, todo lo contrario, trataba de hacerme sentir contenta cuando estaba en su casa, me daba helado, hablaba de sus plantas y yo le contaba de mis tejidos y bordados incipientes, me sonreía al llegar, me decía reinita y alguna vez dijo delante de todos que ella me quería más que a cualquier otra ex novia pues ella sentía que yo la quería, lo cual era muy cierto, ¿cómo no querer a alguien que cuida de ti a pesar de no saber quien eres o de dónde vienes?.

Claro que la quería mucho, la miraba y sonreía porque me daban cosquillitas en la panza... pensaba que era como Titania la Reina de las hadas... cuidaba de sus plantas y animales con esmero, tenía una araña a la que alimentaba y siempre estaba emocionada con las cosas que hacía. De hecho podría dar un montón de connotaciones más que me parecían hermosas de encontrar en una mujer, pero no creo que este en posición de darlas tomando en cuenta que es mamá de alguien... jejeje... Aunque creo que lo más bonito era ver como recibía a su esposo, lo miraba y parecía tener la emoción de una niña de 4 años... saltaba lo besaba y hacía ruiditos... Una dulzura.

Su esposo era otro personaje bello también, debo decir que me hacía acordar mucho a mi Papi... siempre pensé que hubiesen sido grandes amigos. Sus bigotes eran parte de su personalidad, hacía bromas todo el tiempo y andaba de buen humor, cocinaba buenísimo los fines de semana y se reía a carcajadas tan fuertes que nadie alrededor podía dejar de reírse. Jugaba como cavernícola con su hijo y a mi me encantaba verlos, se les veía tan felices de compartir la mutua compañía.

Su hermana no paraba de hablar y eso me encantaba, hablaba de ella, de mi, de su familia, de su hermano, hablaba de todo y de todos; siempre me hizo sentir bienvenida y muchas veces me regaló palabras que guardo y agradezco hasta el día de hoy, aunque nunca compartimos muchas cosas, siempre pensé que era una chica a la que me gustaría tener como amiga. Estaba locaza... pero bueno, yo tambien lo estoy.

Eso si, creo que no me hubiese gustado estar alrededor de ninguno si estaban molestos, a pesar de estar siempre contentos se notaba que si se molestaban... no ibas a tener mucha suerte.

Así de disparejos iban los caminos de mi vida, creo que es evidente donde quería estar, pero tambien era evidente que no podía evadir el resto, no digo que mi lado familiar haya sido un completo desastre, simplemente era diferente.

Pero bueno, al ver que inminentemente iba atener que dejar de estudiar, necesitaba conseguir un trabajo para seguir adelante. Fue así que entre a trabajar a ese hotel, donde todo parecía maravilloso, pero al entrar no era más que una cuna de lobos: mal pago, mal trato, mal jefe. Pero bueno, fue la primera opción que tuve a la mano y a la que me aferré mientras buscaba algo mejor y aunque haya sido un mal sitio para trabajar, fue el que me mantuvo a flote cuando todo se iba a pique. No hay mal que por bien no venga dicen por ahi.

Ese fue el escenario inicial del bolondrón que vendría despues, ese que empezó a hacerme ver que las cosas podían ser diferentes, que hizo que yo quisiera para mi cosas diferentes y que me llevaría a la tremenda trifulca familiar que terminaría conmigo fuera de la casa materna.

"Eres una insubordinada" fue el argumento que uso mi madre... "Tienes que acatar mis normas, así des dinero aquí se hace lo que yo digo". Debo decir que a los 24 años esa frase me pareció más que ridícula, tomando en cuenta que no le pedía dinero y nunca en la vida había tenido que darle cuentas de nada a mi madre, pues siempre estaba más ocupada haciendo algún "seguimiento"; sólo que en los últimos tiempos el "seguimiento" se había vuelto tan rutinario que a los sujetos objeto de seguimiento les daba lo mismo lo que ella pudiese decir o hacer. Ella necesito hacerse de alguna forma de control que le permitiera sentir que llevaba las riendas de su vida. No es necesario decir a quien se le ocurrió controlar.

Yo nunca he sido una mujer a la que le guste mucho el control y digo nunca porque incluso desde niña siempre me las ingenié para hacer lo que quería, tal vez tenga algún problema con la autoridad que se yo, pero creo firmemente que uno no debe hacer las cosas porque otro te lo dicen si no porque crees que es correcto.

He allí el inicio de todo, mi mamá consideraba que mi comportamiento era agresivamente transgresor a su idea de cómo debía comportarse su hija, yo estaba convencida de que lo que hacía estaba absolutamente bien. Ella repetía una y otra vez que "se me había retardado la edad dificil" y que me había entrado una "rebeldía incorrecta"; yo la miraba y pensaba que la verdad es que yo siempre he hecho lo que he querido, con la salvedad de que siempre tuve un buen argumento para que me dejaran en paz... parece que ella nunca se dió cuenta.

Estoy muy segura de que ella empezó a pensar ¿En que momento se me salió de las manos?, yo siempre había tratado de llevar la fiesta en paz, de ser la hija que no daba problemas, de ser especialmente cuidadosa con mis palabras, pero en esos días la escuchaba y me causaba indignación, ¿Quién se ha creído para decirme que es lo que debo hacer?¿Que se había creído ella para juzgar si estaba bien o mal lo que hacía si nunca se había preocupado por saber lo que pensaba o sentía? Yo siempre he tomado mis desiciones sola y eso no iba a cambiar ahora que se había dado cuenta de que ella no participaba en mi vida.

Así que mi mamá usó su ya conocida táctica de chantaje sentimental que puede resumirse en "Uds. no tienen a nadie más que a mi, sin mi estan solos en el mundo" y la usó repetitivamente ese año infructuosamente. Me botó 3 veces de la casa y yo me fui sin hacerle mucho caso, ya conocía esos arranques de locura, me llamaba al otro día al ver que no había llegado a dormir y me preguntaba ¿que creías que estaba hablando en serio? y pretendía que nada había pasado. Y así como por arte de magía a mi se me pasaba tambien, para que hacerle tanto caso al berrinche.

Pero llegó el día de colapso amoroso-monetario-personal de mi madre y al parecer yo tambien le causé algun conflicto. Se pasó semanas diciendo que había llegado el momento de deshacerse de "lastres", para mi ese significado tenía nombre y apellido, para ella parece que era un concepo más global... y bueno, luego de una pelea realmente apoteósica y de hacer uso de sus mejores recursos de chantaje se dió cuenta por fin de que yo no iba a dar mi brazo a torcer.
Fueron muchas cosas más las que nos dijimos, muy dolorosas e innecesarias; recuerdo el momento y no me reconosco, la tranquilidad y zaña con la que brotaron mis palabras me hicieron pensar durante muchos meses en cuanto tiempo me guarde esas cosas para que hayan estallado de esa forma. Fue como si la Yo maligna se hubiese despertado para pelear con una fuerza igual de terrible.

Debo admitir que deliveradamente dije cosas para hacerle daño, cosas que eran ciertas, pero que en ese contexto sonaban más malas de lo que realmente eran, cosas que sabía eran sus miedos y seguramente tambien los mios. Si hay alguien que podía hilar todas esas palabras y episodios para que sonaran espeluznantemente atroces, esa era yo, que puedo decir... aprendí de la mejor.

Ella me dijo una cantidad de cosas a las que yo conteste con un cinismo que ni yo conocía, siempre alrededor del mismo tema "No tienes a nadie más que a mi". La diferencia ese día fue que esa vez, yo no me sentía sola (soy afortunada de que ese día haya sido así).

Fueron muchas las cosas que influyeron en ese momento, que no son una disculpa o una justificación, simplemente pasaron así. Me botaron y yo me fui sintiendome desamparada, pero convencida de que era lo correcto a hacer, tenía que irme pero esta vez en serio.


No se si lo que influyó fue el haber visto otras formas de convivencia o que ya estaba harta de tanto drama o que simplemente era momento de cambiar, tal vez fue un poco de todo y de nada. Pero si hay algo de lo que si estoy segura es que haber compartido tiempo con esa familia me hizo recordar muchas cosas que yo tuve en algún momento y que perdí por distintos motivos, pero que me hacían tan feliz.

Yo quería  esas cosas, siento que no había otra forma de hacerlo sin irme de casa. Con ellos recordé el entusiasmo que sentía por las cosas que hacía, la alegría que me causaba compartir lo mio, lo feliz que me sentía haciendo feliz a otros. Recordé que yo sabía querer así a las personas, con lo bueno y lo malo, sin enfocarme sólo en una cosa o sólo en lo que yo quería ver. Puede que ellos ni se hayan dado cuenta, pero yo los mire cada momento que tuve porque veía en ellos cosas que yo quería ser, cosas que yo sabía que tenía, pero que guardé inutilmente.

La puerta se abrió y yo decidí irme porque sabía que lo que quería para mi, no estaba en esas paredes. Yo necesitaba volver a encontrarme, no tenía ni idea de cual sería mi camino, pero sabía que iba a encontrarlo.


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