miércoles, 10 de noviembre de 2010

I. tiene un aura de sabia que no podrían imaginar, cuando habla parece que hubiera tenido 4 vidas en paralelo y todas las hubiera vivido como el Dalai Lama. El otro día nos contó un recuerdo muy personal y mientras lo hacía yo lloraba de sólo imaginarlo, lloraba de sentir el dolor que emanaba de ella cuando hablaba, todavía sigo llorando cuando me acuerdo.

"Un amor de esos de las historias" dijo ella.

Me pregunto si ese dolor alguna vez cambia.

R. es pura dulzura cuando hablas con ella, un día al inicio de este año nos contaba como el amor con su esposo había cambiado de tantas maneras, que ya no era la pasión de los primeros años, que luego vinieron los hijos y las responsabilidades, pero que se había dado cuenta que ella ya no estaba enamorada de él por lo que le hacía sentir en un inicio, si no porque se daba cuenta que él era un hombre íntegro, que tenía los valores bien puestos y que ella admiraba eso de él y que se había enamorado de eso pero de otra manera más serena.

Mi esposo decía con tanto amor certero.

Yo como siempre pienso en mi y en lo que yo hubiese querido, lo que quiero, lo que espero.

A mi me hubiese gustado enamorarme de una sola persona solamente, una sola persona para amar con devoción, para explorar la vida, para construir juntos. Yo hubiese querido amar a una sola persona, nada más.

Yo hubiese querido tener la suerte de encontrarme con alguien que quiera seguirme a donde vaya, que me quiera solo a mi en su cama, que no me lleve a la locura, que me permita tener la oportunidad de tratar y volver a internar sin querer irse al primer obstáculo. Yo pondría hasta mi último suspiro.

Ya van unos cuantos y cada día me siento peor de hacer esa exploración que dicen que se hace. Yo no les creo mucho, a mi no me gusta mirar a las personas como si fueran artículos utilitarios, me hace sentir mal, me siento terrible de haber escrito "unos cuantos". Yo no pedía muchos, yo sólo quería uno. Tal vez es muchísimo pedir.

Para mi es tremenda agonía el tratar de estar abierta a las posibilidades y encontrarme con personas que quieren que yo sea un florero, un sex toy, una muñeca sin cuerda, es tremenda agonía tenerlos cerca y sentir que son una caja vacía, una puerta cerrada... una desilusión sombría.

Si a mi me hubiese pasado lo de I. yo hubiera muerto, estoy segura que si, tal vez no en cuerpo pero el alma se me habría ido camino al más allá.

Pienso en R.  y me da cierta dicha que existan personas así en el mundo, me da alegría encontrármelas.

I.  es una mujer increíble, lo que nos contó fue terrible pero a medida que lo contaba entendía muchas cosas de las que hablaba, de las que hace y practica ahora. Será que el amor aunque se vaya nos hacce híbridos de alguna manera. Me pregunto cómo habrá hecho.

Tal vez un poco de cada uno se va con todas las personas y un poco de ellas se queda también. Aún así siento que el dolor de la pérdida es como si yo misma me hubiera perdido.

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