miércoles, 17 de noviembre de 2010

El guardián del hielo - José Watanabe

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada

y yo

que corría tras los pájaros huidos del fuego

de la zafra.


También coincidió el sol.

En esa situación cómo negarse a un favor llano:

el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.

Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...

El hielo empezó a derretirse

bajo mi sombra, tan desesperada

como inútil



Diluyéndose

dibujaba seres esbeltos y primordiales

que sólo un instante tenían firmeza

de cristal de cuarzo

y enseguida eran formas puras

como de montaña o planeta

que se devasta.


No se puede amar lo que tan rápido fuga.

Ama rápido, me dijo el sol.

Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,

a cumplir con la vida:

Yo soy el guardían del hielo.


De Cosas del cuerpo

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