jueves, 17 de junio de 2010

Antes de tiempo, fuera de tiempo

Cuando tenía 8 años mi mamá me envío al Banco de la Nación a hacer un pago, no se de que, ya no lo recuerdo... lo que si recuerdo fue el episodio de como aprendí a hacer el bendito pago.

Yo llegué al banco y no tenía la menor idea de lo que había que hacer, sólo sabía que tenía la plata en la mano y que tenía que hacer el depósito, punto.

¿Pero que había que hacer?

Me paré cerca a la puerta de entrada a como 15 minutos a ver que era lo que hacía la gente y luego de que me empujaran y dijeran niñita no estorbes muchas veces, vi básicamente 3 cosas:
- Cola
- Papelito
- Depósito

Cola para los viejitos y discapacitados, ciertamente no encajaba en ese rubro; cola para pagos por documentación, ¿que es documentación? ah! documentos... cierto... yo no tengo documentos, cola para pagos, esa debe ser - pensé.

Todo mundo entraba, agarraba un papelito, lo llenaba y se ponia en una de las colas; me acerqué a ver los papelitos y yo no entendía un carajo de lo que significaban... así que agarré los 3 colores que habían, cuando los leí no entendí nada... pero bueno... seguro la señora de la ventanilla me ayuda  pensé (Los niños siempre piensan que todo mundo tiene buena voluntad... o por lo menos yo lo hacía).

Hice una cola larguísima, o tal vez fue una común en tiempo de niño no lo sé, miraba mis sandalias turquezas, me imaginaba cosas con las líneas del piso, miraba los zapatos de un señor que me parecín horrorosos... cuando por fin me tocaba a mi corri a la ventanilla, recuerdo que con las justas llegaba al huequito por donde pasabas el dinero.

-Quiero hacer un depósito

Y puse la plata con los 3 papelitos sobre la ventanilla.

- tienes que venir con tu ficha ya llenada, me contestó la señora con voz malhumorada y sin mirarme.
- Si tengo la ficha aquí, pero no sé...
- Entonces llenala pues, sin eso no te puedo atender.
- ya, pero cúal es...
- ¡Apurate apurate hijita! me estas haciendo demorar...
- Ya...

Me fui con ganas de llorar, la bruja esa fue recontra malagracia, no me ayudó ni un poquito, sentía que bueno... era una niña... no tenía porque saber, no entendía porque el mal trato, pero bueno... yo tenía que hacer ese pago, así que fui donde el vigilante y le pregunté cual de los colores era el que tenía que usar, él me dijo que el blanco, dejé en la mesita el verde y el rosado, le volví a preguntar que ¿que hacía si es que no sabía llenar algo?

- Déjalo en blanco, me contestó.

Ahora recuerdo que era algo que tenía que ver con el DNI de mi mamá, recuerdo que lo puse en el papel blanco y regresé a hacer cola. ¡Qué tal cola!

Cuando llegué a la ventanilla me atendió una señora morena muy amable, ¿y tu mamá? Me preguntó, era la única persona en casi 1 hora que tenía allí que había hecho esa sustancial pregunta; trabajando... le contesté. Hizo un gesto, llenó lo que faltaba en la cartilla y me dió de vuelta otro papel.

- Eso guardalo bien, que no se te caiga y se lo das a tu mamá ¿si?.
- Ya.

Terminé de hacer el depósito con sensación de susto, no sabía a quien preguntarle si lo había hecho bien... pero bueno... ya lo había hecho y además, ya sabía como hacerlo. O eso creí.

Que conocimiento tan útil a los 8 años... le di tantísimas aplicaciones en mi vida infantil....

Ni que decir de mi adolescencia, donde aprendí de denuncias policiales y demandas por alimentos.

Pienso que todo tiene que ver con conocimiento práctico que no quiero tener, no digo que no podría ser útil, pero tener un conocimiento con esa potencial carga negativa, no me hace ninguna gracia; hace que piense que si alguien me golpea se como poner una denuncia y a que instituciones asistir, se que debo pedir copias y archivarlas en caso hayan episodios posteriores... ¡¡¡Episodios posteriores!!!! ¿eso implica aceptación de violencia?

El aprender a hacer pagos en los bancos me ayudó un poco varios años despues, sólo que ahora cada que voy al Banco de la Nación llegó con una sonrisa, pero lista para gritarle a quien me conteste ligeramente mal, sin embargo siempre me atienden tan amablemente que me siento una cojuda hasta que pongo un pie fuera del banco.

¡Yaiks!

Y quien me dice ¿como es que se recibe bien el amor? ¿Cómo sabes cuando esta bien pedir algo y cuando no? ¿Cómo das las gracias cuando alguien ha tenido un gesto bonito? ¿Cómo le dices a alguien que esta muy linda o muy guapo sin que suene a que lo estas adulando, gileando o tal vez siendo sarcástico? ¿No son esas las primeras cosas que uno debe aprender?

Yo siento que he empezado a aprenderlas tan fuera de tiempo.  Preparada para lo malo y sin saber recibir lo bueno.

Cuando las cosas buenas me pasan no se que hacer, miro... me quedo callada... sonrío... sigo mirando. A veces me preguntan ¿que te pasa? y no me pasa nada, es sólo que no se que hacer... ¿porque te ries? me preguntan... no me rio.. sonrío... es diferente, sonrío porque algo me gusta... que rara eres...

(que novedad que me digan eso)

Me gustaría que hubieran más personas que sepan entender mis miradas y mis silencios de alegría.  Me gustaría aprender más cosas en el tiempo debido y las que llegan fuera de tiempo aprenderlas rápido.

3 comentarios:

Ramón Paz dijo...

Cuando tenía ocho años me llamaba Carlos y no sabía qué eran los bancos.

V dijo...

Cuando tenía ocho años jugaba a llamarme Andrea o Katia, pero como no podía cambiarme el nombre le puse los nombres a mi gallina y mi gata respectivamente.

V dijo...

Por supuesto, ninguna de ellas sabía lo que era un banco... que suerte...