jueves, 23 de abril de 2009

Mr. Hyde

Nunca pensé que ese cuerpecito con cara de manso cordero escondiera un premeditado buscador de despechadas; lo cierto era que yo podía estar triste, pero nunca despechada.

Él era un amigo de hace mucho tiempo, con quien por coordinación o coincidencia, salimos una vez por año a algún bar a tomar algo y reírnos con la gente con quien nos habíamos reunido. Debo decir que siempre que nos habíamos juntado la había pasado muy bien, no en el sentido gilero, si no simplemente habían sido salidas divertidas.


Cuando conversé con él y quedamos para salir no pensé en nada más que en eso: Diversión para distraerme; y en ese momento realmente necesitaba despejar mi mente de cualquier asunto que implicara una pareja, que mejor que salir con él a webear.

Un año antes, habíamos coordinado igualmente una salida a algún bar, sólo que en aquella ocasión en mi camino se cruzó alguien con quien yo había deseado durante mucho tiempo tener algo más que un beso, así que bueno... los amigos siempre pueden ser cancelados cuando uno va en búsqueda de ese otro tipo de amor.

Lo llamé y le dije que iba a ir al bar ese con el chico de los besos, que dicho sea de paso, era amigo de Mr. Hyde también; en un inicio pareció que no le gustó mucho, para luego decir que no había problema pues otros amigos en común también estaban yendo. Finalmente, no fuimos al bar a darles el encuentro, pues bueno... teníamos cosas mas interesantes que descubrir.

Cómo había dicho antes, yo andaba triste, pues el chico de los besos ya no pasaba a besarme más; así que en esa época trataba por todos los medios de olvidar esos húmedos episodios, aunque sea por unas horas, que eso no me estaba sucediendo. A pesar de ser todos amigos en común, salí con el firme propósito de no mencionar al chico de los besos ni una sola vez y tan sólo concentrarme en mi y en lo que este amigo tenía para contar.

Estaba emocionada debo decir, no por verlo, si no porque hacía tiempo que me había auto recluido para pensar en lo que pasaba y por primera vez en muchos meses tenía algún deseo de salir. Pensé que estaba bien pues iba a conversar con alguien que me era algo familiar y a quien no consideraba faltoso para nada.

Mr. Hyde me recogió de casa, a la cual me acababa de mudar hace muy poco con unos amigos, lo hice pasar, se la mostré brevemente y nos fuimos a tomar una chela en algún bar cercano.

La conversación empezó bien, contándonos en que trabajábamos en ese momento, que habíamos hecho en todo ese tiempo que no nos habíamos visto; las chelas siguieron llegando hasta que nos aburrimos y decidimos irnos a otro bar; así que enrumbamos a Barranco y aterrizamos en La noche, en donde para suerte mía, había un concierto de covers de Oasis, así que mientras hablábamos y pedíamos cervezas más, yo iba cantando mientras el me preguntaba que quienes eran esos (Oh! sacrilegio musical... aunque sea por cultura general no?).

El problema en ambos sitios era que de alguna forma u otra el quería tocar el tema de mi ex besador; y yo simplemente no quería, pues era precisamente para eso que había salido, para no pensar en él. Pero ahí estaba incisivo Mr. Hyde, recordando viejas anécdotas comunes, salidas que ellos habían hecho en las que yo no estuve presente.

Por un momento me dejaba embelesar por las historias, me daba ternura conocer momentos de la vida de una persona a la que yo, hasta ese momento aún, amaba tanto; pero claro, llegaba un punto en que yo no quería seguir escuchando más, así que usaba la experiencia para cambiar la conversación hacia algo que yo había hecho sola y así poder desviar al conversación. Pero no, el la traía de vuelta a cada momento, cada vez un poco más pesada que la vez anterior, contándome detalles que no quería saber, entremesclándolos con otras cosas para que pareciera más amigable lo que decía.

Ya no se cuantas chelas habían caído en nuestra mesa, pero yo luego de cantar tanto tenía ganas de bailar y en La noche no se podía... así que decidimos cambiar de bar e irnos al Tizón y allí caímos, no sin previamente, tener que escuchar nuevas historias de mi ex, esta vez, historias que yo sabía eran definitivamente falsas, no sólo de él y si no de toda su escueta parentela.

¡Qué hijo de puta!- pensé, ¿para qué me dice esto? Yo no quería escucharlo, no sólo por no querer saber nada más del chico de los besos, si no porque las personas de las que Mr. Hyde hablaba eran personas a las que yo también había amado (y amaba) mucho. No sé por qué seguí escuchándolo, creo que sólo para convencerme de que realmente no estaba diciendo esa cantidad de sandeces.

Cuando por fin se fue callando y yo reaccioné de las cosas que el iba diciendo, le dije que yo nunca había tenido ningún roce con aquellas personas, que por el contrario siempre me habían tratado muy bien y que yo tenía muy buen recuerdo de ellos. Si eran así o no, a mi no me importaba, pues finalmente conmigo, ellos habían sido la amabilidad y el amor encarnados.

Se quedó en silencio un momento, como queriendo decir algo más, pero bueno... ya habíamos llegado al Tizón y me metí más rápido que volando a bailar, el compró una chela más y empezamos a bailar como si nada hubiese pasado, Yo quise hacer caso omiso a lo que había escuchado antes, quise pensar que fue la embriaguez que le había cruzado las ideas.

Eran como las 4am y ya todo cerraba; yo estaba aceleradasa y me hubiese quedado bailando 2 horas más, pero ya cerraban todo y no había donde sentarse a tomar una gota más de alcohol. ¡Pucha yo quería seguir chupando! me dijo, a lo que yo contesté: si quieres compramos unas chelas y la seguimos en mi casa.

Yo no pensé en el trasfondo que tenía mi proposición. Recontra ilusa.

Siendo completamente honestos yo sólo pensé: Hay que seguir cheleando, en mi casa se puede, vamos pues... eso fue todo; no pensé en que "vamos a mi casa" a cierta edad significa "duerme conmigo", menos aún cuando en toda la noche no habíamos tenido ni un roce de manos, ni un acercamiento, nada de nada... para mi, en mi cabeza con mucha chela encima "vamos a mi casa" significaba: "vamos a seguir cheleando". Creo que no hace falta decir que aceptó inmediatamente.

Al llegar a mi casa, pusimos las chelas en la mesa, me senté en otro mueble y me di cuenta que el trayecto en taxi a mi casa me había dado sueño. Pestañeé un poco, me froté los ojos y el ya estaba al lado de mi tocandome el cabello. Yo retrocedí medio cuerpo y le dije: ¿que pasa, estoy despeinada o que?, el se rió y me dijo: Si... mientras pasaba con suavidad su mano por mi mejilla con esa cara con sonrisa de "No te preocupes, soy amigable, no vamos a hacer nada que no quieras" que ponen los hombres cuando quieren acostarse con alguien (Y todas sabemos que es una estrategia muy usada cuando quieren hacer precisamente lo que ellos quieren).

Retrocedí la cara, mi incomodidad era obvia... no únicamente por la situación a la que me había auto expuesto, si no porque al tocarme tuve una sensación horrible, "manos de muerto, sin nada para dar" pensé. Creo que más que la situación fue eso lo que me molestó en realidad.

Las imágenes que tuve cuando me tocó fueron muy feas, debo decir que nunca nadie al tocarme me había dado esa sensación de vacío y malintencionado... no hace falta decir que ipso facto se paré para alejarme; sólo atiné a decirle: Tengo hambre, voy a prepararme algo, ¿tu quieres algo? y caminé hacia la cocina.

Mi reacción fue muy obvia, su cara y su molestia tan bien lo fueron. No, me contestó; yo me preparé un sandwich y me senté a comer mientras él trataba de esconder la cara de cojudo que tenía.

- Ya me voy, dijo el.
- ¡OK! Nos vemos... le dije abriéndole la puerta.

Cerré la puerta, suspiré, me embutí el sandwich, prometí no volver a salir con él nunca más.



No hay comentarios.: