sábado, 8 de septiembre de 2012

Tengo hambre, voy a morir.

Esa era mi fantasía tóxica, recurrente, torcida, borrosa. Nunca ha estado escondida, yo siempre la he tenido presente, nunca he querido hablarla, tocarla. Cada que aparece enmudesco pero ella esta allí, siempre al frente.

"No tengo hambre", no lo tenía, no lo sentía; estaba asustada. No siento deseo de alimentarme, voy a morir. Voy a morir. Siempre ese pensamiento, voy a morir.

La comida que ingería pasaba como pedazos de cartón sin sabor, plastas de algo recorrían mi garganta y yo no sabía si estaba llena, si debía dejar de comer en algún momento o si tenía sed. Nada. No sentía nada.

Los lugares dónde trabajaba me daban la comida, desayunos y almuerzos. Cada mañana llegaba y pensaba en qué era lo que un cuerpo necesitaba para iniciar el día y escogía un café con leche, un pan, una fruta. Comía, despertaba, continuaba hasta el almuerzo. Allí dejaba que la señora de la cafetería me sirviera cualquier cosa, "Estas tan flaquita hijita" y ¡Paf! me servía un plato de obrero. Yo me comía hasta el último arroz pero sin hambre. Los cocineros se desesperaban al verme y mandaban cosas a mi oficina, pancitos, omeletes, fruta, galletas; parecia que tenían angustia. Yo no quería angustiar a nadie y me lo comía.

"Flaca, eres anorexica ¿verdad?" me dijo un amigo un día. Enfurecí. No, no soy anorexica le contesté. ¿Qué se había creído?¿De dónde sacó eso?.

Yo sólo no tenía hambre. A pesar de eso comía porque racionalmente estaba preocupada, ¿qué sucede con mi instinto de auto preservación? No tengo deseo de alimentar la vida, pensaba en eso todo el tiempo, en eso como una señal de mi cuerpo ¿Qué quiere decir esto? No lo entiendo, no me entiendo.
Dos comidas obligadas al día de Lunes a Viernes, 40 raciones consumidas a la mala en un mes, "Deberían ser más, ¿que hago? Siempre contaba la cantidad de veces en que me alimentaba, tenía que hacerlo porque si no las contaba las pasaba por alto, porque para mi las horas del día eran siempre las mismas, mis necesidades biológicas estaban como borrosas, restringidas. Salía de trabajar y no comía más, en mi cabeza rondaban las cuentas: 16 horas sin comer, eso no puede estar bien ¿Qué hago?. 

Los Sábados y Domingos ya ni los medía, recuerdo que dormía mucho, dormía mal, con sobresaltos, con sueños horribles. Tenía sed, tantísima sed, tantísimo frío. Caminaba al chifa y compraba una sopa, llegaba a casa y al tomarla sentía como si me hiciera cariño por dentro... tibiecita, calmada, me quitaba la sed, me quitaba el frio, no importaba que no tuviera hambre, la sopa era amable.

Me acurrucaba en mi cama y miraba la pared blanca, vacía, miraba la mesita con la comida que había llevado una amiga, miraba de lejos como se podría. Se veía buena, pero yo no sentía impulso de tomarla, la veía y sentia que no era algo para mi, sólo la veía. Así se acababan las noches y los fines de semana.

Sentía que yo no era suficiente para cuidar de mi misma, todos los días sentía que no iba a poder, "No es suficiente, nunca es suficiente" pensaba....  En la esquina de mi cuarto me miraba sola y pensaba que yo no era suficiente, pero tampoco tenía a nadie más.. Voy a morir, no soy suficiente para cuidar de mi misma, repetía. "Tu tienes que salvarte" me decía a mi misma, "No puedo, todo me duele mucho" me contestaba. Volvía a mirar las paredes blancas y pensaba que sí pues, si no había nadie tenía que ser yo. Que triste era ser yo.

En orden de salvame me paraba de la cama todas las mañanas para ir a trabajar y repetía: Limpieza, vestido, arreglo de espacio, billetera, seguro médico, lentes, celular, llaves. Educación para un niño adulto, pensaba en la ducha, recordarme a cada rato las cosas básicas que tenía que hacer.

Caminaba a tomar el bus y me sentía mareada, "Voy a morir" me decía... "¡No!" me contestaba, paraba y esperaba a que mi visión fuera menos borrosa antes de seguir caminando. Vas a estar bien, vas a estar bien, todo va a pasar... seguido de mi propio speach acerca de las razones físicas del mareo y su relación con mi no comer, las consecuencias de no hacerlo.

Un día por fin tuve hambre. Quería un sandwich y un café de una cafetería cercana; lo pensaba, lo saboreaba... pero me sentía tan debil para caminar. No importa, voy a ir - me dije.

Cuando caminaba para la avenida empecé a marearme de nuevo. "Voy a caerme en medio de la pista y me van a atropellar, un carro me va a atropellar por haber salido a la calle, por tener hambre". Voy a morir porque tengo hambre". Entonces retrocedí decidí caminar por la calle paralela a la avenida porque ahi no habían combis, había un parque. "Si muero de hambre, moriré en un parque y nadie me va a atropellar".

Así que caminé por el parque y cuando llegué a la altura de la cafetería corrí hasta la puerta, pedí lo que se me había antojado y regresé caminando a mi casa por el parque, comiendo mi sandwich en el camino.

Cuando llegué a casa, me senté en la cama y suspiré. Me había alimentado con algo por lo que sentía deseo y no había muerto.


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