martes, 24 de abril de 2012

" Raro, muy raro es crear el amor a partir de sus consecuencias: eludir el instante del conocimiento mutuo, o aquel otro de la charla intrascendente; obviar la inevitable primera cita o la lentitud en el descubrimiento de los gustos ajenos.
Qué extraño pasar casi directamente al momento que nunca se olvida precisamente porque es el único: aislar lo que de verdad merece la pena del amor y experimentarlo así, en su propia soledad sin un antes ni un después."
 
Extracto de "Silencio de blanca" de Jose Carlos Somoza.

Hay algo en el goze de lo cotidiano que a mi me parece hasta erótico, no sé muy bien decir qué es, pero hay algo en el quehacer de los días que me causa dicha. No tiene que ver con el trabajo repetitivo o las responsabilidades inevitables de adultos dedicados, si no con el hecho de buscar las minúsculas diferencias dentro de lo cotidiano, la sonrisa repentina de la señora que siempre tiene el ceño fruncido, el día en que por fin te reconoce el señor de la tienda que visitas tres veces a la semana, la casa que cambió de color o la planta que da flor una vez por año, hay belleza esparcida como rocío en medio del gris de la monotonía.

Me han dicho que mi mirada es diferente y creo que va por ahí, por el tema de la mirada. De qué nos llenamos depende de nuestra mirada y eso que va reposando en nuestras almas es también lo que devolvemos.

Y vamos, seamos sinceros, los eventos extraordinarios son siempre extracotidianos, pensar que la belleza o la alegría esta sólo en momentos cumbre ¿No nos deja abandonados el resto de los días?

Yo no creo que la vida sea tan precaria, efímera tal vez, pero nunca árida. Yo creo en abrir la mirada hacia lo impensado, hacia los detallitos esparcidos, creo en crear pequeños momentos cotidianos que alimenten el amor como esparciendo semillas.

El amor no nace de la cúspide, si no del camino.

No hay comentarios.: