sábado, 20 de agosto de 2011

Ternura o deseo

- Eres una coqueta - dijiste, Andas por ahí y miras como niña perversa...
- ¿Y eso esta mal?
- No sé, pero te miran con deseo y eso me da ira.
- Pero yo sólo te miro a ti...
- Ya vez... lo estas haciendo de nuevo.
- ¿Qué?
- Mirarme como niña perversa, no se si me causas ternura o deseo...
- Tal vez podrían ser los dos.
- Tal vez.
- Tal vez.

Entonces, volvió a mirarme, movió un poco la cabeza y tomandome del brazo como señor antiguo dijo: ¡Ay!... Niña morena y ágil.

Yo sonreí.





Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,

el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,

hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos

y tu boca que tiene la sonrisa del agua.



Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras

de la negra melena, cuando estiras los brazos.

Tú juegas con el sol como con un estero

y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.



Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.

Todo de ti me aleja, como del mediodía.

Eres la delirante juventud de la abeja,

la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.



Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,

amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.

Mariposa morena, dulce y definitiva

como el trigal y el sol, la amapola y el agua.


Poema XIX

Pablo Neruda