lunes, 25 de abril de 2016

Solitario

Siento pena por mi, por no haber sido valiente con mis propósitos de vida.

Estar en esta última relación me ha traído más descalabros que venturas y estoy molesta con eso... Estoy molesta porque estoy  harta de quejarme, pero siento que en estos momentos es todo lo que quiero hacer. Ni siquiera quejarme de él, podría hacer una interminable lista de desconsideraciones, dar ejemplos, recordar frases... pero eso no me va a devolver nada, no me va a dar ningún consuelo.

Estoy triste por mi, porque me doy cuenta lo difícil que es no perderme en los deseos del otro.

Él y yo nos conocimos en un momento en el que yo había trabajado mucho para poder ponerme en equilibrio con lo que necesitaba y con lo que quería, nos conocimos en un punto en el que yo estaba lista para dar el salto que había planeado tantos años, dedicarme a trabajar con arte.

Pero hubieron allí dos saltos y yo no me dí cuenta. El segundo salto era el de tener pareja.

Yo siempre creo todo lo que me dicen y fui explícita al decir "No me digas cosas de las que no estas seguro"... Yo se lo que es planear y luego pisar en falso, yo no quería más de eso en mi vida. Ese discernimiento entre la verdad y lo que es a medias no lo tengo interiorizado.

Entonces planee en falso, con alguien que no estaba seguro de lo dicho ni seguro de decirme que no estaba seguro. Yo planee y salté confiando.

Pero como dije antes, eran 2 los saltos.

No puede ser que todo salga mal, me dije.... algo tiene que salir bien... y continué con el plan pensando en que esta vez, tenía alguien que me apoyaba y acompañaba incondicionalmente. Pero no estaba seguro y no me lo dijo.

Entonces, todo fue condicionado.

De repente estaba de nuevo en el círculo de "te amo por lo que haces", no por lo que eres, de nuevo estaba en el círculo de "No me eres de ningún beneficio", "No entiendo lo que haces" y el que más odio de todos "Deberías renunciar".

Y yo no renuncié al sueño, pero si renuncié a mi.

Renuncié a ser feliz como soy, cantando la mitad de día y caminando por la calle, renuncié a bailar y a usar mi casa como centro de concentración para los días felices. Renuncié a mis espacios privados y a leer los domingos mientras el sol estaba arriba.  Poco a poco, ya no había con qué darle fuerza a mi plan. Entré nuevamente en este caos causado por las expectativas de otros que yo pienso que puedo complacer privándome de ser quien soy. Porque yo siempre puedo esperar, siempre puedo ceder, siempre puedo ser paciente, siempre puedo buscar las palabras adecuadas así este reventando en cólera. Siempre tan controladita para afuera.

No había claridad, no había equilibrio. Tanto tiempo me había costado armar eso para mi... no me di cuenta de los 2 saltos mortales y literal salté al vacío, nadie esperaba por mi y hay caídas que se sienten interminables.

Ahora me toca salir del calabozo y no exagero al decir esta palabra, encarcelada me he sentido al compartir espacio con alguien que no quería que lo bese, que lo toque, que le cante, que le haga la comida o que lo abrace al llegar porque él no necesita eso. Así literal. Yo no necesito eso, es demasiado.

Entonces desde el calabozo, en mi esquina en la que no podía cantar o llorar, quería por lo menos salvar un sueño al que le dediqué tantos años de mi vida... pero ese sueño sin mi esta perdido. Yo he me perdido a mi misma en ese calabozo.

En la penumbra he entendido que ese sueño no era más que yo misma saliendo a la luz.

Entonces siento pena por mi, porque no soy valiente o soy tonta o nunca voy a poder ser yo misma con alguien más.

Es un camino solitario este.





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