lunes, 11 de marzo de 2013

Un objeto, un día cualquiera.

Tú crees que devolviste todo, lo que no era tuyo, lo que no quieres más… ¡Afuera cachivaches! Eso ya no sucede más, claro que no.

Un día como cualquier otro, en que andas pensando en esos nuevos retos que te da la vida, aparece un objeto.

Entonces tu cabeza hace un ¡clic! Y dices ¡¡¡Noooo!!! ¿Otra vez esto? Pero… Pero… Esto ya estaba en el pasado superado…

“Superado”.

Pero el objeto está ahí, haciendo tilín, diciendo “Ábreme”. Tú sigues el impulso, escuchas, miras, tocas el contenido; te trae imágenes del pasado ”Superado”, parece que por un momento el objeto se ríe de ti.

Tú con cierta ternura escuchas, miras y tocas el contenido, te das cuenta que ya no es “Eso”, es otra cosa, algo que en su momento no viste, pero que ahora, por esos nuevos retos que te da la vida, es necesario que des una mirada nuevamente.

Pero esta vez es otra mirada, ya no es miedo o dolor, no sabes qué es, pero parece que es momento de averiguarlo.

Entonces el contenido del objeto se regocija un poco menos, no es el demonio que espantaba tus sueños, ese demonio ha venido a acompañarte y ahora, muy a su pesar, está a tu servicio.

¿Qué va a salir de esto? – Te preguntas.

Y la pura verdad es que no sabes, pero esta vez, vas a averiguar la razón de esas repeticiones.