viernes, 21 de octubre de 2011

Sueño para la memoria


Estaba yo entrando a una casona al lado de una playa, una bahía con la que he soñado antes. Parecía de tarde y había un poco de neblina, sin embargo todo se veía claro. Caminaba de subida viendo el mar color verde agua,  parecía que hacía frío y el viento soplaba fuerte pues las olas de la bahía se movían con fuerza.

Subí unas escaleras que iban de la playa a la casona junto con mi familia: mi mamá, mis dos hermanos y una niña con la que he soñado otras veces más (Algunas veces es una recién nacida, otras tiene como un año, esta vez parecía de tres o cuatro). Entrábamos a la casona y esta tenía un patio central y balcones con unos cuantos geranios que colgaban; cada uno se dispersaba por su lado y yo empezaba a explorar la casa junto con mi hermano pequeño y la niña curiosa. Mi hermanito se paseaba a mi lado con la paciencia observadora de siempre y la niña corría de un lado a otro, se iba y regresaba a donde yo estaba sin decir una palabra pero siempre mirándome, como si esperara hacerme cómplice de lo que veía.

Caminábamos los tres, subimos al segundo piso y al andar por los balcones encontramos a tres personas, dos hombres y una mujer sentados en unas bancas junto al balcón, todos como de 50 años tal vez con ropa antigua, ellos enternados y ella con un vestido largo de color negro, todos parecían polvosos.

Nos fuimos acercando; yo me senté en una banca que había frente a los tres, mi hermanito se puso a mi izquierda y la niña a mi derecha. Miré a los señores de nuevo y ya estando cerca  me di cuenta que se veían fantasmagóricos. Entonces ellos empezaron a hablarme.

Parecían urgidos por algo, como si no debieran estar ahí o como si no tuvieran tiempo. Empezaron a presentarse: “Nosotros somos”… Cesar… Augusto… algo así,  no lo recuerdo bien, pero a medida que lo decían veía como sus nombres se iban escribiendo en el aire como con letras de máquina de escribir en lienzo transparente.  

Sentados frente a mi estaban los dos hombres a la derecha y la mujer a la izquierda; el hombre del centro lideraba las palabras y los otros complementaban lo que decía mientras me miraban fijamente, decían varias cosas que no recuerdo del todo, pero me repitieron varias veces:

“V, es muy importante que recuperes la historia de los González Cueva, nosotros ya no podemos hacerlo, es muy importante que recuperes las memorias de los González Cueva, es muy importante, nosotros ya no podemos hacerlo; es muy importante…” Mientras se inclinaba desde su silla como para tocarme, pero no lo hacía. 

Los otros decían palabras que ya no recuerdo, lo que sí me queda en la memoria es la urgencia de sus movimientos, como dándome instrucciones, muy serios, muy amables, parecía que querían que me quede muy claro lo importante de la solicitud.

Entonces escuché la voz de mi mamá, que nos decía que ya teníamos que irnos a una graduación, creo que de mi otro hermano o algo así, una ceremonia para la que ya estábamos tarde. Los personajes fantasmagóricos desaparecían y toda la familia empezaba a tomar sus cosas para irnos.

A mitad de camino hacia la ceremonia mi mamá me dice que se olvidó un documento, algo que había que llevar al lugar a dónde íbamos, algo que era importante… que no lo había traído… decía dándole miles de vueltas a lo mismo  y antes de que siga desesperando le digo que yo regresaré a casa a buscarlo. Ella se fue en un auto negro.

Entonces me veía patinando a toda velocidad por las calles de Vista Alegre, por un lugar cercano a donde viví hace unos años. Iba súper rápido y las veredas estaban rotas por algunos pedazos y lizas por otros, así que iba saltando y esquivando los pedazos rotos. Junto conmigo iban mi hermano Aarón y la niñita, no sé si corriendo súper rápido o en patines también, pero iban a la par conmigo. Veía sus manitos apuradas.

Me di cuenta que delante de mi habían unas escaleras y yo venía muy rápido, recordé que mis patines no tienen el freno común que esta fuera, si no uno incorporado dentro de la bota y el cual me cuesta encontrar siempre que uso los patines luego de mucho, pensé que no tenía tiempo de volver a explorar dónde estaba, pero si no lo hacía rápido me iba a ir de bruces por las escaleras.

Entonces recordé que yo sabía frenar girando las ruedas hacia un lado y decidí hacerlo. Mientras escuchaba el raspar de las ruedas pensaba regañándome “Tu sabes que las ruedas se malogran de esta forma”,  pero cuando me detuve al justo filo de la escalera mi regaño dejó de importarme de puro alivio, al ver que paré justo a tiempo.

Parada al filo me dije: Ok, bajar escaleras en patines… ¡Ah! Lo he hecho tantas veces… y las bajé corriendo como cuando era más chica.

Llegué a la casona con mi hermanito y la niña, buscaba el documento por todos lados mientras ellos me seguían. Entrábamos a cuartos fríos de ventanas abiertas que daban al mar, abríamos cajones, revisaba las mesas.

Buscaba y buscaba algo que nunca había visto pero que me habían dicho era importante, en cajones que no conocía, en una casa que no era mía.

Desperté.

jueves, 20 de octubre de 2011

El cuaderno azul poemario

Las ilustraciones de este proyecto colectivo estan geniales.

Únanse!

Abajo más datos y nota de prensa para la libre difusión :)

Wishes.

:: Nota de prensa ::

Quizás has aparecido aquí y no sabes dónde estás ni qué hacemos. Te contamos. El Cuaderno Azul. Poemario es un texto de poesía experimental de versos cortos y lúdicos que se contruye sobre un directorio telefónico encontrado en un consultorio psiquiátrico. El directorio telefónico fue antes un cuaderno azul común y corriente al cual se le agregó un marcador alfabético al lado lateral. A. B. C. D. E. F. G. H. .

Poco a poco el cuaderno fue llenado de versos según las letras que el directorio telefónico sugería. Así, si el concepto de un verso se aferraba a la letra «T», pues hablaba del Tiempo, entonces era colocado en aquella letra. Todo esto pasó desde el 2008 hasta ahora.

Posteriormente, se nos ocurrió la idea de entregar el Cuaderno Azul. Poemario a amigos artistas para que lo leyeran, escogieran un verso y compusieran una ilustración inspirada en el verso que eligieron. De esta forma, el proyecto fue creciendo, así como el número de artistas interesados en ilustrar el poemario. Fue así como el proyecto se tornó en un proyecto de poesía visual colaborativo. El mecanismo es sencillo. Nos escribes pidiendo ilustrar el poemario. Te lo enviamos. Lo lees. Compones una ilustración inspirada en el verso que escogiste. Nos la envías y la publicamos.

Así el proyecto crecio y creció y no solo recibimos ilustraciones de nuestra ciudad, Lima (Perú), sino de diversos lugares del país y del mundo. De algún tiempo a esta parte hemos recibido ilustraciones desde París (Francia), Murcia (España), Tegucigalpa (Honduras), Buenos Aires (Argentina), Santiago (Chile), Sao Paulo (Brazil), Bogotá (Colombia) entre otros.

La convocatoria a artistas que deseen ilustrar o apropiarse – a través de cualquier disciplina artística – de los versos aún está abierta. Los interesados en ilustrar, apoyar el proyecto mediante palabras de aliento o auspicios o simplemente recibir más información pueden escribirnos a azul.cuaderno@gmail.com. Estaremos encantados de responder.

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martes, 11 de octubre de 2011

Chocolate sonrojado

A. me escribió luego de encontrarnos en la calle por unos minutos:

Hoy me di cuenta que es muy lindo verte, tú tienes una energia diferente...siempre sonriente y saltando, y encima me sacas la lengua... creeme, me rayas... que bonito es que revolucionen una vida... chocolate para el alma. 

Y yo, me sonrojé un poquito.

Encontrado hoy

De Jaime Sabines

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.