martes, 26 de julio de 2011

IX Congreso de Terapia de Artes Expresivas

Si trabajas con personas y grupos tanto desde la pedagogía, la psicología, el couching, el arte, no te puedes perder la oportunidad de asistir a este Congreso.

Vienen más de 70 terapeutas de arte de diferentes partes del mundo que realizarán talleres vivenciales muy interesantes.

Entren a chequear:



Whatever

Hoy me levanté cantándola.


La primera vez que la escuché fue cuando tenía como 15, tirada en el piso de mi casa comiendo pizza con Eric mi amigo del colegio. Nos habíamos tirado la pera del Británico y según nosotros la sustituíamos escuchando música en inglés.

Recuerdo que él tenía esa canción en un disco single que además tenía una versión sinfónica que yo repetía una y otra vez sin que el se quejara. Sólo nos tirábamos cada uno en un mueble con nuestro respectivo pedazo de pizza, calladitos. A veces alguno movía un pie, una mano al ritmo de la música. Yo disfrutaba mucho de eso.

En ese momento Eric era mi mejor amigo y me encataba la capacidad que tenía de poder quedarse en silencio, sin hacer payasadas para llamar la atención, diciendo la palabra justa en el momento necesario, me gustaba que como a mi le gustara Oasis. Siempre quise quedarme con su disco. Nunca me dejó.

Al final de ese año él se fue a vivir a España. El año siguiente me envió mi propio disco de Oasis y escucharlo fue algo así como una oda al recuerdo de webeo significativo.

Hoy que la ando cantando, pienso que siempre será una de mis favoritas.

viernes, 22 de julio de 2011

Ideas y planes por lustro

Cuando tenía 5 creía que tener 15 era un montón. Un día en el salón me preguntaron cuantos años tenía mi mamá:

- Quince.
- ¿Quince?
- Si.


Y seguí escribiendo con crayola. La pura verdad no tenía la menor idea, nunca se me había ocurrido preguntar eso... ¿que edad podrían tener las mamás? ¿Edad de mamá? A mi edad infantil todas las mamás se me hacían standar, creo que sólo los adultos se dan cuenta de las edades a las que uno se supone debe hacer algo.

Cuando le conté a mi mamá se rió en mi cara y me dijo que eso era muy poquito. ¿Cómo iba a ser muy poquito? ¿Si son dos números?, pensé. Yo imaginaba que a los 15 ya trabajaría y viviría en algún otro lado. Si... en otro lado, tenía una imagen de vivir en una casa verde turqueza, con cabello largo amarrado en una cola, vestido de cuello camisero y zapatos chatos, tomando leche en la cocina. Esa era mi imagen.


Cuando tenía 10 quería ponerme los vestidos pegados al cuerpo que estaban de moda y le pedí a mi mamá que me comprara uno. Luego de mucho insistir fuimos a una boutique para niñas y encontre uno que me encantó, me lo puse y salí del probador. Mi mamá me vió y tratando de esconder la risa me dijo:

- Hijita creo que no te queda, estas muy chiquita todavía.


Yo me molesté terriblemente, no por lo que ella dijo si no porque en verdad parecía un cabanossi. Yo queria crecer para tener curvas, quería ser más grande y voluptuosa.


Cuando tenía 15 las curvas iban apareciendo levemente y por mientras la gente empezaba a hablar acerca de cuales eran los planes para el resto de la vida. Yo dije con mucha seriedad que quería estudiar teatro; mis interlocutores hicieron un solemne mutis y me dieron posteriores sonrisas.


Yo quería eso pues, ¿que tan dificil podía ser? pensaba en ese momento... Hay que organizarse, visualizar el objetivo y ponerse a hacer.

Y mi plan iba más o menos así: Seguir la formación de maestra de ballet de la cual me faltaban 2 años, irme a Londres para dar mis últimos exámenes de la Royal Academy of Dancing, regresar a Perú a enseñar (para ganar algo de dinero), empezar de lleno lo del teatro y terminar de estudiar como a los 23, explorar un año en eso que estaba para ver que más hacía despues, comprometerme a los 24 (porque seguramente ya estaría en alguna relación seria con alguien por algún buen tiempo, seguramente mayor que yo, seguramente con un oficio diferente al mio porque para locuras suficiente con las mías), casarme a partir de los 25 (Siempre he querido casarme, nunca convivir) y empezar a ver que más. Sólo había que seguir el plan. (El plan estaba un poco Yuppie... ja!). En verdad a los 15, diez año se me hacía muchísimo tiempo.

Mi imagen de 15 se vió bombardeado por varias cosas y de los estudios sólo quedó las ganas del teatro, en un formato que no era precisamente el planeado y con algunos retrasos inesperados... pero bueno... Me dejaron claro que Universidad tenía que ser y en verdad no me quedó muy claro por qué en el momento, pero recuerdo los comentarios de la psicologa del cole diciendo "De eso no se vive, eso es un Hobbie, la gente no vive de sus Hobbies", psicóloga tonta.


Entonces, a mi se me ocurrió que si una universidad ofrecía una carrera relacionada a las Artes Escénicas es porque creen que se puede vivir de eso. Pues éramos varios y era más que suficiente para mi.


Se iban terminando otro lustro y entre otras molestias, tenía que ir de 8 a 5 a la academia pre universitaria a hacer problemas de álgebra y webadas varias en asientos diminutos. En verdad no me gustaba ir, pero en orden de entrar a la universidad estaba obligada a hacerlo. Así que todas las mañanas al vestirme me decía a mi misma que estaba allí como paso para llegar a algún otro lugar más deseado.


Al vestirme también pesaba en todas las cosas que me molestaban: el no seguir bailando; el estar haciendo álgebra en vez de teatro; en tener que disfrazar mis deseos con imágenes de vida universitaria para que estos pudieran ser entendidos en mi familia (y estar lográndolo sólo parcialmente); en que mis planes de terminar a los 23 se estaban aplazando dos años más, que parecía que todo el crecimiento proyectado en mi mente se extendía y no sólo en mis planes, si no también con mi cuerpo.

A los 19 estaba muy molesta por no tener tetas, yo quería un escote lindo, sostenes de encaje curvilíneos, vestidos de cuello V profundo, mi vestido pegadito de los 10. De la cintura para abajo estaba absolutamente todo bien (la danza forma cosas maravillosas), pero para arriba, bueno... no era tan completo en mi percepción adolecente.


Un día frente al espejo me dije: Siliconas! Si. Y se lo dije a todo mundo. Iba a ponerme siliconas, unas chiquitas no más, fantaseaba con el relleno de mi sostén frente al espejo y pensaba que iba a comprarlo todo nuevo. No pensaba en post- operatorio, ni dolor, ni en pezones cortados fuera de su sitio o en cicatrices, tan sólo en el volumen, en la estética de mi sostén.

En verdad nunca jamás hubiese podido ponerme siliconas, el pensar en agentes extraños en mi cuerpo me pone nerviosa, pero la impaciencia - inconciencia del momento estaba ligeramente elevada.


- Esperate a pasar los 20, dijo mi mamá un día.

Era cierto.

Cruce los veintes y oh! algo empezó a suceder ese año (y los 4 años siguientes). Llegados los veintes mi buen derriere, mi floreciente pecho y yo estabamos hinchados y confundidos por todo en la vida.

Todo... todo intensamente en silencio.


Todos los por qués bien apegados: Que por qué no seguí bailando, que por que estaba en una universidad si yo queria estudiar teatro, que me gustaba estar en la universidad pero ese no era mi plan, que yo quería cantar pero no canciones de misa, que por qué me jodian tanto en casa si yo siempre me portaba bien (En verdad muy bien), que me molestaba mucho que todo allí fuera un "que si que no que nunca te decides", que eso me confundía mucho, que tal vez estaba malgastando el dinero en algo que no era mi plan y esa era una inconciencia, que mi plan no era apoyado, que tal vez no lo había explicado correctamente, que ya no me importaba que no crean en mi con tal que paguen, que no tenía ni medio novio porque no me gustaba ni medianamente alguien, que las nuevas personas que conocía me parecía que iban a ritmo de caballo desbocado en Yombina y yo me sentía Yombinicamente a paso de caminata, que no me encontraba dentro de ese grupo de personas, que extrañaba a mis otras personas, que sentía que caminaba en una nebulosa, que me preguntaba si yo realmente quería eso que iba sucediendo y que si no quería que iba a hacer. ¡Qué!¡Qué! ¡QUÉ!


Y con tanto sapo en la cabeza traté de hacer una hilación que me permitiera sostener en algo tanto deseo y tanto no saber. En verdad mis incipientes veintes los recuerdo bastante borrosos, algunos chispazos de claridad, otros de mucha angustia y algunos otros de hacer por hacer.


Recuerdo que trabajaba y trabajaba por alcanzar algo que en ese momento no me quedaba muy claro o tal vez era que había perdido un poco el entusiasmo del inicio. Creo que había perdido un poco el rumbo, a veces uno simplemente se pone a completar piezas que no llegaron por default como para el resto; para mi creo que fueron muchas piezas faltantes. Construir un camino confiando en que vas a encontrar la forma de completar los espacios vacíos con formas propias es algo positivo, pero tambien puede ser un camino muy acompañado de desasosiego.

Y en esos afanes fui terminando el primer lustro veinteañero, donde contra todo pronóstico propio me enamoré y pensé que había encontrado al amor de mi vida. Fueron de revolución aquellos días.

Yo no pensaba enamorarme de nadie, había terminado una relación que me había dejado pensando que tal vez, yo era una de esas personas que nunca se enganchan con nadie. Triste, pero si es lo que hay es lo que hay, pensaba.

En buena hora, ese "es lo que hay" se fue destruyendo a medida que por fin me empezaba a entrenar en lo que había querido desde un inicio. En el ir y venir entre el teatro y la danza habían cosas que iba descubriendo y me era muy dificil poner en palabras, algo sucedía que me invitaba a estar de acuerdo con el "no saber", más abierta a explorar sin preconcepciones y sobre todo más dispuesta a dar de mi sin armaduras.

En esa coyuntura personal me enamoré, todo lo anterior lo puse en práctica porque de alguna manera se estaba convirtiendo en parte de mi vida y las nuevas facetas que iba encontrando me eran tiernamente agradables. 

Una revolución en todo sentido, de pronto me di cuenta de lo contenta que estaba con mi cuerpo, dándome cuenta de que mi sexualidad era algo que me hacía tremendamente feliz y que por primera vez en la vida la pensaba sin miedo y con mucha alegría. Me encontré diciendo cosas que nunca había dicho y escribiendo cosas sin pensar en la forma de la prosa, haciendo cosas por el deseo de hacerlas y con ganas de que eso cresca.
Fui muy feliz esos días, más alla de estar feliz por las personas que me acompañaban estaba feliz porque sentía que algo dentro de mi se iba cuajando, no sabía muy bien que... pero en algunos casos, tengo la política de disfrutar de los sucesos en vez de detenerme a analizar el por qué de sus fundamentos, sin pensar en los pasos futuros porque lo que esta sucediendo en el instante es importante.

Sentía que estaba en camino a donde me imaginaba y que de alguna forma también estaba redireccionado la carrera y que a eso se le haya sumado el estar enamorada era un super plus. Estaba contenta, sentía que había encontrado una persona que entendía mis momentos de individualidad y mis momentos de querer estar pegada como chicle, que parecía estar en onda con mi necesidad de silencios presentes y dispuesto a dar una mirada a los otros lenguajes que manejo mejor que las palabras.

Pero de individualidades y pocas palabras también nació el fin de una etapa grande en mi vida. En poco tiempo tuve que dejar las clases, buscar un trabajo para sobrevivir, mudarme y quedarme sin enamorado estando terriblemente enamorada.

Pasé mis 25 soltera, con la carrera en stand by y con un trabajo que no se acercaba ni remotamente a lo que yo me había imaginado de niña, puber o adolescente; adoleciendo de un sólo pensamiento: Todo esto no sirve para nada; tanto planear, tanto ordenar, tanto portarme bien, tanto hacer las cosas correctamente, tanto amor, tanta dedicación, tanta flexibilidad. Todo esto no sirve para nada.
Me caí como torre de lego, se me deconstruyó todo pendejamente... cuanto lloré sin entender (o sin querer hacerlo). Es dificil encontrarle el sentido a esas deconstrucciones que nos pasan en el camino, ver piezas olvidadas, escondidas o rotas y tener que armar algo con eso, ver si quieres armar algo desde eso, si botas o reciclas. Lidiar con los olvidos, lidiar con las ausencias.

En parte, esas decisiones y el cómo las realizas van contruyendo  la persona que uno quiere ser realmente, aunque a veces no nos damos cuenta del todo. Las deconstrucciones entre etapas de la vida tienen para mi un amor - odio dificil de definir y los primeros años posteriores a mis 25 tuvieron  matiz de "Baja policia" y son los que he sentido como más largos en toda mi existencia.

Mientras todos mis recuerdos propios y los recuerdos de mis personas se sacudian del polvo de mi hecamtombe personal, yo iba escogiendo: reescribir, repetir, recomenzar, mantener, sostener, devolver, desechar... pensaba que todo ese dolor y amargura que sentía no podían ser ignorados, así que si algo iba a suceder permitiéndome sentirlo pues simplemente, iba a suceder en ese momento.

Me descubrí de una forma que no esperaba, no fue fácil y ciertamente por momentos fue desgarrador; no tenía ni la menor idea de lo que iba a pasar conmigo, pero tenía fe en que iba a encontrar la forma de hacer algo. Nunca me permití llorar tanto como lo hice desde momento y de alguna forma todas esas lágrimas también lavaron muchas cosas en mi.

Creo que una de las peores cosas fue el tener que lidiar con el afuera, con las opiniones de la familia, con las opiniones de los amigos que creen conocerte, conocer tus deseos y que tienen ideas de lo que deberías hacer, con los tiempos que la sociedad exige de nosotros sin distinción de codiciones. Me fui dando cuenta en el camino que muchas personas en el mundo pueden seguir adelante obviando la mitad de sus sucesos y que yo tengo una necesidad de procesos, que mi forma de pensar y hacer las cosas tiene que ver con construir y reparar, con tejer redes y caminos que puedan sostenerse en el tiempo porque han sido hechas con dedicación.

Eso toma más tiempo, claro que sí... y en este mundo de apurados en que vivimos es algo poco entendido; pero ya partida en pedacitos me dije que si no podía respetar mis tiempos, probablemente nunca podría respetar los de nadie. Así que hice un poco oídos sordos y me senté a reparar - me.
Hoy, a unos meses de cumplir 30 años pienso que estoy muy contenta de que los veintes se me esten acabando simplemente porque han sido años muy turbulentos. Aunque bueno... los 29 vienen siendo realmente geniales... Juro que nunca he recibido tantos elogios como desde que cumpli 29, hay algo que se irradia desde dentro cuando has aprendido a aceptar unos cuantos sin sentidos y claro, cuando los vestidos pegados te quedan realmente espectaculares.

Siento que ya no estoy más en la carrera maniaca de hacer algo para conseguir llegar a donde quiero, creo que ese es uno de los cambios más significativos del final de mis veintes, siento que por fin estoy encaminándome hacia donde quiero estar, mis sueños estan sucediendo aquí y ahora, lo que hago me hace inmensamente feliz.

Mis sueños de trabajar en arte estan sucediéndome todos los días, bueno... medios días en mi vida paralela como dicen mis amigos, que más que paralela siento que es transicional, pues todavía tengo un trabajo administrativo de 8 a 5, pero de ahí en adelante transito en tiempos y espacios que reafirman mis proyectos de vida, que estoy en donde quiero estar y me hace muy dichosa saber que puedo sostenerme y ser consistente en esto.

Eso es colosalmente grandioso.

Siento que los 30 me estan llegando con una templanza más pausada, con una lujuría bastante divertida y con palabras más abiertas y confiadas, pero sobre todo, con una calma que no había experimentado así en mi vida entera.
Me he dado cuenta que aunque planee siempre aparecen cosas que hacen que formatee el camino y hasta ha empezado a parecerme divertido, tal vez es que mis 20 me han enseñado a enfrentar mejor la incertidumbre. Creo que de alguna manera (y aún siento raro pensarlo y escribirlo) ahora estoy segura de que pase lo que pase, voy a resistir, voy a llegar.

Ahora pienso que en el fondo siempre he pensado en construirme primero y antes que nada. Pienso que ese yo construido es lo que ahora tengo y creo que con eso, podré recibir mejor lo que tendré.

Tengo millones de planes para el futuro, terminar la maestría, irme a vivir fuera de Lima, fuera del Perú algún tiempo, quiero enamorarme de alguien y espero que alguien se enamoré también de mi, quierocompartir todo esto que me esta sucediendo, quiero aprender a hacer planes en conjunto y no sólo individuales; pero al final de todo creo que mi único plan seguro para los 30 es disfrutar y revolcarme como chancho en todo lo que haga, porque en verdad tengo unos planes maravillosos que quiero ver como van a modificarse.

miércoles, 20 de julio de 2011

martes, 19 de julio de 2011

Unfinished



Pero todos estábamos en eso, lo he sabido siempre sin poder encontrar las palabras y lo saben ahora ustedes que ya no hay más que decir.

Aún frente a frente nunca estuvimos en el mismo lugar. Me pregunto porque nos amamos con tanto egoísmo... lo único que puedo decirles es que ya no es nuestro tiempo, ahora que nos amamos completos ya no es nuestro tiempo.

Los descontentos siempre resonarán en las paredes, la negación de nuestra vida pública, las puertas abiertas por las que decidieron irse anunciando mi incapacidad de hacer lo que en disimulo esperaban de mi.

Si, me destrozaron, de esa que había no queda nada.

Aún así se pelearán los despojos porque nunca fue suficiente, se llevarán retazos de mi piel muerta para curbrise los ojos y negar que todo se ha desvanecido.

Ahora liberada no desmiento mi silencio y tampoco condono sus desapariciones, sólo puedo decirles que cuando nuestros recuerdos tocan la puerta, no encuentran el desprecio con el que me reciben cada que niegan el saludo. Yo los invito a bailar acunados en mis manos, diciéndoles que fueron amados para por fin despedirnos.

Inconclusos se quedaron muchos instantes que regresan ahora a buscarlos, inconclusos se quedaron ustedes, con sus amores a medias, sus reproches ciegos y su ansia de seguir mirandose el ombligo. A la llegada de esos días me recordarán por eso... por las puertas abiertas de mi casa tibia, por mis secretos en las ventanas, recordarán que mi única imposición era el mantener el aíre que nos sostenía juntos.

Ahora, en este momento de encuentros espontáneos, sin querer como siempre, aparecen no se si en busca o ofreciemiento de algún resarcimiento.

Yo sólo puedo decir que todos estabamos en esto y en memoria de ese efímero amor nuestro, espero algún día perdonarlos.

jueves, 14 de julio de 2011

Sobre la luz

La luz que solamente es luz
Cuando ilumina una cosa
No es la luz verdadera. La luz
Que pasa velozmente y no deja sombra
Que todo lo sostiene y lo anima
Es quizás la luz divina. Pero la luz
De que hablo es otra luz
Hundida en mi memoria como un anillo de oro
En la espesura. Es una luz que brilla
Muy rara vez en la vida
Que no tiene peso ni medida
Pero que convierte el corazón
En una estrella
Una luz que no se explica que no
Se explica que improvisamente aclara
Todo lo que existe
Como si fuera un espejo
Ante un vado de agua pura
Un fulgor escondido
Un diamante que no duele
Dulcemente y que nos nubla la mirada
Una suerte de esplendor vacío
Que sólo se percibe como oscuridad
O ceguera. Una luz
Más clara que la misma luz
Del cielo pero más humilde
Más cercana a nuestra mano
A nuestra pobre luz de cada día
Hecha de millares y millares
De cosas sencillas
De átomos que nacen
Y átomos que mueren
De centelleantes fragmentos
De otras cosas
Que igualmente nacen resplandecen
Y perecen.


Jorge Eduardo Eielson
De Celebración (2001)